Yo leo a los maestros

sábado, 31 de diciembre de 2011

William Carlos Williams (1883 - 1963) Estados Unidos

Espíritu del 76

Querida Srta. Monroe: Siempre y cuando me permita usted usar minúsculas al comienzo de mis versos, le presento el siguiente excelente poema americano para su posible publicación, previo pago, en su revista:

Espíritu del 76

Su padre
construyó un puente
sobre
el río Chicago,
ella en cambio
construyó un puente
sobre la luna.

Como reconocerá usted sin titubeos, se trata de un poema excelente y muy americano. Sinceramente, espero que no haya ninguna regla prosódica prehistórica que imposibilite su publicación. Suyo,

W.C. Williams
..............................
Llegada

Y, sin embargo, de algún modo uno llega
y se descubre a sí mismo
desabrochándole el vestido
en un dormitorio ajeno...
Siente cómo el otoño
deja caer sus hojas de seda y lino
por sus tobillos.
¡El cuerpo presumido y venoso emerge
enroscado sobre sí mismo
como un viento invernal...!
........................
Una suerte de canción

Deja que la serpiente espere
bajo su yerbal
y la escritura
sea de palabras lentas y rápidas, prontas
a morder, tranquilas en la espera,
desveladas.
-Reconciliar por la metáfora
a la gente con las piedras.
Componer (no hay ideas
sino en las cosas) Inventa!
Saxígrafa es mi flor que parte
las rocas.
.......................
Para despertar a una anciana

La vejez :
vuelo de pájaros
que pían
al rozar
pelados árboles
sobre la nieve tersa.
Los sacude
de aquí para allá
un viento oscuro__
¿ Y qué ?
Sobre varas ásperas
se posa la bandada,
la nieve
se cubre de cáscaras
de semillas,
un estridente
gorjeo de hartazgo
serena el viento.
....................
Fragmento

De la misma manera
que sobre quien
censura también

pueden caer la pena
y el error
tampoco cuando escribes

te es dado
conocer
el alcance y poder

de tus palabras
.........................
Entre paredes

las alas traseras
del

hospital en donde
nada

crece hay
cenizas

en las que brillan
los pedazos

rotos de una botella
verde.
.....................
El acto

Ahí estaban las rosas, en la lluvia.
No las cortes, le supliqué.
Mucho no durarán, dijo ella.
Pero están tan hermosas
donde están.
Bah, todos fuimos hermosos alguna vez, dijo
y las cortó y me las puso
en la mano.
.................................
Cosas así me dejan mudo de asombro

Los gorriones
brincan ingenuos
por la calzada
riñendo
con voces chillonas
por las cosas
que les interesan.
Pero nosotros somos más
listos –cada cual se
encierra en sí mismo
y ninguno sabe
qué intenciones, buenas
o malas, tiene
el otro.
Entretanto,
el anciano que va
recogiendo estiércol de perro
camina por el arroyo
sin alzar la vista
y con paso
más majestuoso que
el del pastor episcopal
al acercarse al púlpito
un domingo.
Cosas así
me dejan mudo de asombro.
..............................
El descenso

El descenso nos llama
como nos llamaba el ascenso.
La memoria es una especie
de consumación,
una suerte de renovación,
incluso
de inicio, pues los espacios que abre son lugares nuevos

habitados por hordas
de especies
hasta entonces impensadas,
y sus movimientos
se orientan hacia nuevos objetivos
(aun cuando antes hayan sido abandonados).

Ninguna derrota es enteramente una derrota, pues
el mundo que abre es siempre un sitio
hasta entonces
insospechado. Un
mundo perdido,
un mundo insospechado,
abre paso a nuevos lugares
y no hay blancura (perdida) tan blanca como el recuerdo
de la blancura .

Con el atardecer, el amor despierta
aunque sus sombras
-que dependen
de la luz del sol-
se adormecen y se apartan
del deseo .

Despierta así un amor
sin sombras
que ha de crecer
con la noche.

Surgido de la desesperación,
inconcluso,
el descenso
despierta a un nuevo mundo
que es el reverso
de la desesperación.
Para lo que no podemos lograr, lo que
se niega al amor,
lo que perdimos por anticiparnos,
se abre un descenso
sin fin, e indestructible.
...............................
Consagración de un pedazo de tierra

Este pedazo de tierra
frente a las aguas de esta ensenada
consagra la viviente presencia
de Emily Dickinson Wellcome
que nació en Inglaterra, se casó,
perdió a su marido y con su hijo
de cinco años se embarcó
en un barco de dos mástiles, rumbo
a Nueva York, fue aventada hasta las Azores,
encalló en los bancos de la Isla del Fuego,
en una casa de huéspedes de Brooklin
encontró a su segundo marido,
se fue con él a Puerto Rico,
parió otros tres hijos, perdió
a su segundo marido, vivió
trabajosamente ocho años
en Santo Tomás y en Santo Domingo, siguió
a su hijo mayor a Nueva York, perdió
a su hija, a su "nene",
recogió a los chicos del hijo mayor
de su segundo matrimonio, los crió
__ quedaron huérfanos__ peleó
por ellos con la otra abuela
y las tías, los trajo aquí
verano tras verano y aquí se defendió
contra pícaros, tormentas, sol, fuego,
contra las moscas, contra
las muchachas que venían a husmear,
contra la sequía, la cizaña, las marejadas,
los vecinos, las comadrejas ladronas
de gallinas, contra
la flaqueza de sus propias manos
y la fuerza creciente
de los muchachos, contra el viento,
las piedras, los intrusos, las grietas,
contra su propia alma.

Desenyerbó esta tierra con sus manos,
tiranizó desde esta parcela, puso
como trapo al hijo mayor
hasta que no la compró, aquí
vivió quince años, aquí
alcanzó la soledad final y __

Si no puedes traer nada sino
tu osamenta: quédate afuera.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Raymond Carver (1938 - 1988) Estados Unidos

Álamos

Imagina a un joven, solo, sin nadie.
Cuando algunas gotas de lluvia golpearon su ventana
empezó a escribir de prisa.
Vivía en una pensión con ratones de compañía.
Yo amaba su coraje.

Alguien más a unas cuantas puertas más abajo
tocaba discos de Segovia todo el día.
Nunca salió de su cuarto, y nadie podría culparlo.
De noche él podía oír las otras
máquinas de escribir de otros, y sentirse reconfortado.

Literatura y música.
Todos soñando con caballeros españoles
y grandes patios.
Desfiles. Ceremonia y
resplandor.

Álamos.
Días de lluvia y agua.
Hojas abatidas finalmente en el suelo.
En mi corazón, este pedazo de tierra
que la tormenta ilumina.
..........................................
El rasguño

Me desperté con una mancha de sangre reseca
pegada sobre uno de mis párpados. Un arañazo,
profundo, cruza transversalmente las arrugas de mi frente.
Sin embargo, últimamente, he estado durmiendo solo.
Y me pregunto por qué un hombre, incluso en un mal sueño,
alzaría la propia mano para lastimarse la cara.

Esta mañana pretendo responder esta pregunta
y otras similares, mientras observo en silencio
mi rostro que se refleja en los cristales de la ventana.
..........................
Durmiendo

Él durmió sobre sus manos.
Sobre una roca.
Sobre sus pies,
sobre los pies de algún desconocido.
Él durmió en micros, en trenes, en aviones.
Se durmió estando de guardia.
Se durmió a un costado de la ruta.
Se durmió apoyado en una bolsa de manzanas.
Él durmió en un baño público.
En un galpón.
En el estadio.
Durmió en un Jaguar descapotable
y en la caja de una camioneta.
Durmió en los teatros.
En la cárcel.
Sobre los barcos.
Él durmió en casillas deshechas y en una ocasión
en un inmenso castillo.
Soportó dormido las frías gotas del agua de lluvia
y los ardientes rayos del sol.
Durmió sobre caballos.

Se durmió sobre sillas.
Él durmió en iglesias, en hoteles de lujo.
Él durmió bajo techos extraños toda su vida.
Ahora él duerme cubierto por la tierra.
Duerme y seguirá durmiendo.
Igual que un rey antiguo.
.......................
Semillas


Para Christi

Intercambio nerviosas miradas
con el hombre que le vende
semillas de sandía a mi hija.

La sombra de un pájaro pasa
sobre nuestras manos.

El vendedor levanta el látigo y
se apura tras su viejo caballo
rumbo a Beersheba.

Me ofreciste las semillas que escogí.
Ya has olvidado al hombre
el caballo
las sandías mismas y
algo invisible fue la sombra
entre el vendedor y mí mismo.

Acepto tu don aquí
sobre el camino seco.
Alargo la mano para recibir
tu bendición.
................................
El hombre de afuera

Hubo siempre el adentro y
el afuera. Adentro, mi mujer,
mi hijo e hijas, ríos
de conversación, libros, suavidad
y cariño.

Pero entonces una noche afuera
de la ventana del cuarto alguien--
algo, respiraba, se arrastraba.
Desperté a mi mujer y aterrorizado
temble en sus brazos hasta la mañana.

¡Ese espacio fuera de la ventana
de mi cuarto! Las pocas flores que crecen
ahí pisoteadas, las colillas
de Camel aplastadas.
No estoy imaginando cosas.

La noche siguiente y la siguiente
ocurrió, y desperté a mi mujer
y otra vez ella me consoló y
otra vez frotó mi pierna entumida
por el miedo y me tomó en sus brazos.

Pero entonces yo comencé a demandar más
y más de mi mujer. Con pena ella
revisababa el piso del cuarto de arriba a abajo,
yo la dirigía como a una carretilla cargada,
el conductor y su carrito.

Finalmente, esta noche, toco a mi mujer despacio
y ella se incorpora ansiosa
y preparada. Las luces prendidas, desnudos, nos sentamos
frente a la cómoda y miramos frenéticos
el cristal. Tras de nosotros dos labios,
el reflejo de un cigarrillo encendido.
...........................
La lapicera

La lapicera que no faltaba a la verdad,
por todas sus preocupaciones
terminó dentro de la lavadora.
Salió una hora más tarde y la tiraron
al secarropas junto con un par de ‘jeans’ viejos
y una camisa a cuadros.
Los días pasaron y ella permaneció
recostada tranquilamente sobre el escritorio
que estaba frente a la ventana.
Ella pensaba que estaba totalmente agotada.
Sin convicciones. Sin voluntad.
Una mañana, poco antes del amanecer,
recuperó antiguas fuerzas
y escribió:
‘‘Los campos húmedos duermen
bañados por la luz de la luna’’.
Después de este esfuerzo
se quedó muy quieta,
nuevamente vacía, su utilidad
terminada.

Él la sacudió,
la golpeó sobre la tapa del escritorio.
La dejó a un lado.
Abandonó las pretensiones de hacerla trabajar
o casi todas.
Sin embargo
ella realizó un nuevo esfuerzo,
apeló a sus últimas reservas.
Esto es lo que escribió:
‘‘Un viento suave, y más allá del ventanal
los árboles flotan en el dorado aire de la mañana’’.

Él trató de hacerla escribir algo más,
pero eso fue todo. La lapicera
dejó de escribir, definitivamente.
Él la puso con otras cosas inservibles
en el incinerador.
El tiempo transcurrió, días o meses,
y fue otra lapicera
una que todavía no había demostrado nada
la que con facilidad escribió:
‘‘La oscuridad se posa en las ramas.
Quedate muy quieto, no salgas de la casa,
quedate muy quieto...’’
.............................
Adulterio

Una matinée esa tarde
de sábado La novicia rebelde
Tu abrigo en el asiento vacío
junto a mí
tu mano en mi regazo
se nos transporta
a Austria
Allí
en algún lugar del Rin
En alguno de estos viejos
y hermosos pueblos
podríamos vivir tranquilos
un ciento de años
Luego
te pones un delantal
me sirves una taza de té con una rodaja de limón
en Radio Monitor
Herb Alpert
y el Tijuana Brass
tocan Zorba el griego
También oímos por casualidad
parte de una conversación
con Dizzy Dean
En el suelo
junto a la cama el Esquire
Frank Sinatra
rodeado de encendedores llameantes
Tácito
Máximo Gorky
bajo el cenicero
Tu cabeza en mi brazo
fumamos cigarros
y hablamos del lago Louise
el Banff National Park
la Península
Olímpica
lugares
que ninguno de nosotros ha visto
Afuera
el calor se hace rayos
las primeras gotas pesadas de la lluvia
atizan el patio
Escucha
Qué espléndidos estos regalos
.............................
Al menos

Quiero levantarme temprano una mañana más
antes del amanecer. Antes que los pájaros, incluso.
Quiero mojar mi rostro con agua fría
y estar en mi mesa de trabajo
cuando aclara y el humo
comienza a salir de las chimeneas
de las otras casas.
Quiero ver el romper de las olas
en esta playa rocosa, y no sólo escucharlas
romper como lo hiciera toda la noche en mis sueños.
Quiero ver nuevamente los barcos
que vienen a atravesar el estrecho
desde cada país marino del mundo–
viejos y sucios cargueros que apenas lo recorren,
y los rápidos y nuevos buques de carga
pintados de todos colores bajo el sol
que cortan el agua a su paso.
Quiero seguirlos con la mirada.
También al pequeño bote que navega
entre los barcos
y a la estación de pilotos cerca del faro.
Quiero verlos bajar a un hombre del barco
y poner otro abordo.
Quiero pasar el día mirando lo que sucede
y llegar a mis propias conclusiones.
Odio parecer mezquino– tengo tanto
ya de que estar agradecido.
Pero quiero levantarme temprano una mañana más, al menos.
E ir a mi sitio con un café y esperar.
Sólo esperar, y ver qué sucede.
.............................
Domingo por la noche

Utiliza las cosas que te rodean.
Esta ligera lluvia
Del otro lado de la ventana, por ejemplo.
Este pitillo de entre los dedos,
Estos pies en el sofá.
El débil sonido del rock-and-roll,
El Ferrari rojo del interior de mi cabeza.
La mujer que anda a tropezones
Borracha por la cocina…
Coge todo eso,
Utilízalo.
.................................
Algo está pasando

Algo me está pasando
si le creo a mis
sentidos no es solamente
querida otra distracción
sigo atado a mi vieja piel
las ideas puras y los anhelos desmedidos
a toda costa
una limpia y saludable verga
pero mis pies han comenzado
a decirme cosas
de sí mismos
sobre su nueva relación con
mis manos ojos corazón y pelo

Algo me está pasando
te preguntaría si pudiera
has sentido alguna vez algo parecido
pero tú ya estás lejos
está noche que no creo
que escucharías además
mi voz se ha visto afectada también

Algo me está pasando
no te sorprendas si
caminando algún día de pronto en este brillante
sol mediterráneo tú me miras
de largo y descubres
una mujer en mi sitio
o peor
un extraño de cabello blanco
escribiendo un poema
alguien que no puede ya formar palabras
que está simplemente moviendo sus labios
tratando
de decirte algo.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Nazim Hikmet (1902 - 1963) Turquía

Autobiografía

Nací en 1902
no he vuelto nunca a mi ciudad natal
no me gustan los retornos
a los tres años en Alepo era nieto de bajá
a los diecinueve estudiante en la universidad comunista de Moscú
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú invitado por el Comité Central
y desde los catorce años soy poeta

hay hombres que conocen las diferentes clases de hierbas; otros, de peces;
yo, de separaciones
hay hombres que se saben de memoria el nombre de cada estrella;
yo, de nostalgias

he dormido en las cárceles y en los grandes hoteles
he conocido el hambre y también la huelga de hambre y no hay plato
que no haya probado
a los treinta años quisieron ahorcarme
a los cuarenta y ocho quisieron concederme el Premio mundial de la Paz
y me lo concedieron
a los treinta y seis durante medio año sólo pude recorrer cuatro metros
cuadrados de hormigón
a los cincuenta y nueve volé desde Praga a La Habana
en dieciocho horas

no conocí a Lenin pero hice la guardia de honor junto a su féretro en 1924

en 1961 el mausoleo que visito son sus libros

han intentado alejarme de mi partido
pero han fracasado
tampoco he sido aplastado por los ídolos caídos

en 1951 viajé por mar hacia la muerte con un joven camarada
en 1952 con el corazón cascado esperé la muerte durante cuatro meses

estuve locamente celoso de las mujeres a las que amé
no envidié a nadie ni siquiera a Charlot
engañé a mis mujeres
pero nunca hablé mal de mis amigos a sus espaldas

he bebido pero no soy un borracho
tuve la suerte de ganarme siempre el pan con el sudor de mi frente

si mentí fue porque sentí vergüenza ajena
por piedad
pero también he mentido porque sí

he montado en tren en avión y en coche
la mayoría no puede hacerlo
he ido a la ópera
la mayoría no puede ir y ni siquiera sabe que existe
sin embargo desde 1921 no voy a muchos de los sitios
donde va la mayoría la mezquita la iglesia la sinagoga
el templo el curandero
pero a veces me gusta que me lean los posos de café

se me ha publicado en treinta o cuarenta lenguas
pero estoy prohibido en Turquía en mi propia lengua

hasta ahora no he tenido cáncer
tampoco es obligatorio
nunca seré primer ministro o algo parecido
tampoco me gustaría serlo
nunca he ido a la guerra
no he descendido a los refugios en medio de la noche
no he recorrido los caminos del exilio bajo el vuelo rasante de los aviones

pero me he enamorado ya cerca de los sesenta
camaradas en pocas palabras
hoy en Berlín aunque muerto de nostalgia
puedo decir que he vivido como un hombre
pero los años que me quedan por vivir
y las cosas que puedan sucederme
¿quién lo sabe?
.................................
La ciudad, la tarde y tú

Entre mis brazos estáis desnudas
la ciudad, la tarde y tú
vuestra claridad ilumina mi rostro
y también el olor de vuestros cabellos.
¿De quién son estos latidos
que baten bom bom y se confunden con nuestra respiración?
¿tuyos? ¿de la ciudad? ¿de la tarde?
¿o tal vez son míos?
¿Dónde termina la tarde dónde comienza la ciudad
dónde termina la ciudad dónde comienzas tú
dónde termino yo dónde comienzo?
..............................
Mi entierro

¿Mi entierro saldrá de nuestro patio?
¿Cómo vais a bajarme del tercer piso?
El ataúd no cabe en el ascensor
Y las escaleras son demasiado estrechas.

Tal vez el patio esté inundado de sol y haya palomas
Tal vez nieve en medio de los gritos de los niños
Tal vez llueva y esté mojado el asfalto.
Y como siempre los cubos de basura estarán en el patio.

Si como acostumbran aquí me suben al furgón con la cara descubierta
Puede caerme algo de una paloma en la frente: trae suerte.
Venga o no una banda de música habrá niños a mi lado
Los niños siempre sienten curiosidad por los muertos.

La ventana de nuestra cocina me seguirá con la mirada.
Nuestro balcón me acompañará con la ropa tendida.
No podéis saber lo feliz que he sido en este patio.
Vecinos míos a todos os deseo una larga vida...
.................................
En el restaurante Astoria de Berlín...

En el restaurante Astoria de Berlín
había una camarera
una chica como una gota de plata.
Por encima de las bandejas repletas me sonreía.
Se parecía a las chicas de mi perdido país.
Pero no sé por qué
a veces tenía ojeras.

No tuve suerte
no pude sentarme en las mesas que ella atendía.

Ningún día se sentó en las mesas que yo atendía.
Era un hombre entrado en años.
Parecía como si estuviera enfermo,
tomaba comida de régimen.
Estaba muy triste y me miraba
pero no sabía alemán.
Tres meses vino a desayunar, comer y cenar,
luego desapareció.
Puede que volviera a su país
o que no volviera y haya muerto.
..............................
La mitad de mi corazón está aquí, doctor

La mitad de mi corazón está aquí, doctor,
Pero la otra mitad se encuentra en China,
En el ejército que baja hacia el río Amarillo.
Cada mañana,
Cada mañana con el alba,
Mi corazón es fusilado en Grecia.
Y cuando el sueño rinde a los presos,
Cuando se alejan de la enfermería los pasos últimos,
Mi corazón se va, doctor,
Se va hacia una vieja casa de madera, allá en Estambul.
Además, doctor, hace más de diez años
Que no tengo nada en mis manos
Para ofrecer a mis hermanos;
Tan sólo una manzana,
Una roja manzana: mi corazón.
Por todas estas cosas, doctor,
Y no por culpa de la arteriosclerosis,
Ni de la nicotina, ni de la cárcel,
Tengo esta angina de pecho.
Desde mi cama
Contemplo la noche tras de los barrotes.
Y a pesar de todos estos muros
Que me aplastan el pecho,
Mi corazón palpita con la estrella más remota.
................................
Tal vez mi última carta a Memet

Por una parte
los verdugos
como un muro nos separan
Y además
este cochino corazón
me ha hecho una malvada jugarreta
Mi niño, mi Memet
quizá la suerte
no me permitirá volver a verte
Lo sé
tú serás un muchacho
a la espiga de trigo parecido
Cuando joven
yo también era así
de elevada estatura, rubio, esbelto.
Vastos serán tus ojos como los de tu madre
con un rastro de pena amarga a veces
Tendrás la frente inmensamente clara
y una voz muy hermosa
Atroz era la mía
Cuando cantes
habrás de desgarrar los corazones
Y sabrás conversar brillantemente
Yo también fui un maestro en la materia
cuando no me irritaban
Desde tu boca brotará la miel
¡Ah, Memet,
qué verdugo serás
de corazones!
No es fácil educar a un hijo sin su padre
No apenes a tu madre
Yo no he podido darle la alegría
Que la tenga de ti
Tu madre
como la seda fuerte, dulce como la seda
Tu madre
será bella aún a la misma edad de las abuelas
como aquel primer día en que la vi
cuando tenía diecisiete años
a la orilla del Bósforo
Era el claro de luna
era el claro del día
semejante a la fruta más perfecta
Tu madre
Una mañana, como de costumbre
nos separamos ¡hasta luego!
Era para no vernos nunca más
Tu madre
es la más bondadosa de las madres
Que ella viva cien años
y que Dios la bendiga
Mi hijo, mi Memet, yo no temo morir
pero a pesar de todo
a veces, trabajando,
o en esa soledad precursora del sueño
repentinamente
siento un sacudimiento
Contar los días es difícil
Uno no puede hartarse del mundo
Memet
no puede hartarse.
No vivas en la tierra
como un inquilino
ni en la naturaleza
al modo de un turista
Vive en este mundo
cual si fuera la casa de tu padre
Cree en los granos
en la tierra, en el mar,
pero ante todo en el hombre.
Ama la nube, la máquina y el libro
pero ante todo, ama al hombre
Siente la tristeza
de la rama que se seca
del planeta que se extingue
del animal inválido
pero siente ante todo la tristeza del hombre.
Que todos los bienes terrestres
te prodiguen la alegría
Que la sombra y la luz
te prodiguen la alegría
Que las cuatro estaciones
te prodiguen la alegría
Pero ante todo, que el hombre
te prodigue la alegría.
Nuestra patria, Turquía
es un país hermoso
entre tantos países
y sus hombres
los que no están falseados
son laboriosos
meditativos y valientes
pero atrozmente miserables
Se ha sufrido, se seguirá sufriendo todavía,
pero a pesar de todo habrá un futuro espléndido.
Tú en nuestra tierra, con tu pueblo
construirás el comunismo
Con tus ojos lo verás
Con tus manos lo tocarás.
Memet, yo moriré tal vez
muy lejos de mi idioma
lejos de mis canciones
muy lejos de mi sal y de mi pan
con la nostalgia de tu madre y de ti
y de mi pueblo y de mis camaradas
Pero no en el exilio
Mas no en el extranjero
En el país de mis sueños moriré
En la blanca ciudad de mis más bellos días
Memet, mi niño
Te confío
al partido comunista de Turquía
Me voy pero estoy calmo
La vida que se va extinguiendo en mí
proseguirá por largo tiempo en ti
y en nuestro pueblo, eternamente.
.......................................
El despertar

Te has despertado
¿Dónde estás?
En tu casa
Todavía no te has acostumbrado
a encontrarte en tu casa
al despertar
Es ésta una torpeza (una entre tantas)
que trece años de cárcel te han dejado.
¿Quién está acostada a tu lado?
No, no es la soledad
Tu mujer
Duerme como un ángel
Le sienta bien, a la bella, estar encinta.
¿Qué hora es?
Las ocho.
Y eso significa
que tú, hasta esta noche,
estás seguro
porque, según costumbre,
la policía, mientras es de día
no da comienzo a los allanamientos.
......................................
La niña muerta

Soy yo quien golpea a tu puerta
A todas las puertas, a todas las puertas
Pero ustedes no pueden contemplarme
Es imposible ver a un niño muerto
Hace diez años largos
he muerto en Hiroshima
Pero sigo teniendo siete años
Los niños muertos dejan de crecer
Al principio se inflamaron mis cabellos
Mis manos y mis ojos ardieron después
Me convertí en un puñado de cenizas
Que el viento dispersó
Nada, nada les pido para mí
No podrían mimarme aunque quisieran
Una niña que ha ardido cual si fuera papel
no come caramelos
Yo golpeo y golpeo a cada puerta:
Dénme, dénme una firma
Para que los niños no sean asesinados
y coman caramelos.
.................................
Pienso en ti

Pienso en ti
me llega hasta la nariz el olor de mi madre
de mi preciosa madre.

Montada en un carrusel, eres la belleza que llevo dentro
vuela tu cabello y gira tu ropa a toda velocidad
tu rostro ruboroso aparece y desaparece.

¿Cuál es el motivo
para que tu recuerdo sea como una puñalada
cuál es el motivo de que estando tan lejos oiga tu voz
y de un salto me levante?

Arrodillado contemplo tus manos
quisiera acariciarlas
pero no puedo
estás tras un cristal.
Rosa mía, soy un confundido espectador
del drama que represento en mi crepúsculo.
..........................................
Mi mujer me acompañó a Brest

Mi mujer me acompañó hasta Brest,
bajó del tren y permaneció en el andén,
fue haciéndose cada vez más pequeña
hasta que se convirtió en un grano de trigo en el azul infinito,
después ya no pude ver nada más que los raíles.

Luego, cuando llamó desde Polonia, no pude responder.
No pude preguntar: «¿Dónde estás, amada mía, dónde?»
«¡Ven conmigo!», dijo, pero no pude ir junto a ella,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.

Luego, la nieve comenzó a disolverse sobre la tierra arenosa
y de repente me di cuenta de que mi mujer estaba mirándome
y me preguntaba: «¿me has olvidado?, ¿me has olvidado?»,
la primavera caminaba por el cielo con los pies descalzos y embarrados.

Luego, las estrellas bajaron a posarse en los postes de telégrafo,
la oscuridad se abatió sobre el tren como si fuera lluvia,
mi mujer permanecía al pie de los postes de telégrafo,
su corazón latía tac tac como si estuviese en mis brazos,
los postes se acercaban y pasaban, pero ella no se movía del sitio,
el tren circulaba como si nunca fuera a detenerse
y me ahogaba la tristeza.

Luego, de repente, me di cuenta de que hace años, hace muchos años
que vivo en este tren
-pero todavía no sé cómo y por qué lo he comprendido-
y cantando con la misma fuerza y con la misma esperanza
sigo alejándome de la ciudad y de las mujeres amadas
y su nostalgia es como una herida abierta,
mientras me acerco a algún lugar, a algún lugar.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Jean Cocteau (1889 - 1963) Francia

Fruto

Un farol dominical,
madurado por el viento
puede incendiar las ramas;
debe recogerse antes.
......................
Los dulces ojos

Tristeza, abono de mis dichas. Nos limita,
esta reja, salida de todos los tinteros,
Napoleón, apicultor, guantes de armiño
el día de la coronación, cubierto de laureles
y sandalias de nácar.

Cisne moribundo, cuyo grito es dulce,
corre negra sangre para escribir estas líneas.
..............................
El poeta de treinta años

Aquí estoy en la mitad de mi vida
cabalgo sobre mi hermosa casa;
a los dos lados veo el mismo paisaje,
pero sin vestirse con la misma estación.

Aquí la tierra es roja vid encornada
como un joven ciervo. La línea suspendida,
con risas y señales, recibe el nuevo día;
viene el invierno y el honor que se me debe.

De acuerdo, dices quererme todavía,
Venus. Si no hubiera hablado de ti,
si mi casa no estuviese hecha con mis poemas,
sentiría el vacío y me caería del techo.
...............................
Los perros ladran a lo lejos
Los perros ladran a lo lejos y, cerca canta el gallo.
Es tu forma de ser, oh! naturaleza traviesa
pero abril lo cambia todo la mañana siguiente,
viste los maduros frutales de suave satén,
tiñe la viña y la mariposa de tonalidades azufre,
en el néctar de la rosa embriaga a los abejorros,
y anuda los lazos del amor desatado.
Así canta un poeta amado por dioses salvajes,
Y que, como Jano, posee varias bocas.
...............................
Un amigo duerme

Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas. Mi otoño era un amor por tu verano.
El viento del recuerdo resonaba en las puertas de lugares que nunca visitáramos.

Permití la mentira de tu sueño egoísta allá donde tus pasos borra el sueño. Crees estar donde estás.
Qué triste nos resulta estar donde no estamos, así siempre.

Tu vivías hundido dentro de otro tú mismo, abstraído a tal punto de tu cuerpo que eras como de piedra.
Duro para el que ama es tener un retrato solamente.

Inmóvil, desvelado, yo visitaba estancias a las que nunca ya retornaremos.
Corría como un loco sin remover los miembros: el mentón apoyado sobre el puño.

Y, cuando regresaba de esa carrera inerte, te encontraba aburrido, con los ojos cerrados,
con tu aliento y con tu enorme mano abiertos, y tu boca rebosante de noche...
....................................
Vocabulario

Por supuesto, te acuestas como un ángel de nieve
más pesado que el bronce, más ligero que el corcho
sobre el amante cuyo espasmo finalmente te regocija
bajo tu fuego helado la carne se hace estatua
y a la larga, es preciso que, muerto, me acostumbre
a recibirte en mi lecho.
.......................................
Mediodía
El remero, angel de madera, impulsa con sus alas
-Afrodita, sus avestruces, sus diamantes-,
desde la amplia calma a bordo de una ola constante,
un carruaje esmeralda de corceles espumosos
He aquí los restos: bidones, anclas, vigas
mástiles, medusas, miradas de ahogados en las vitrinas
del bulevar de las ciudades submarinas
Y el mar se retira succionando entre burbujas
Rápido me quito mi camisa, mi sombrero,
me tiendo, naúfrago desnudo en esta orilla,
obligando a mostrarse bajo el calor salvaje
al atezado indio Sioux capturado en mi piel
................................................
Despertar
Rugido de leones
Sonrisa sinuosa de jóvenes cocodrilos
al hilo del agua
de la poderosa corriente
Islas de las especias
¡Qué bello es el hijo
de la reina viuda
y del marinero!
El hermoso marinero abandonó a una sirena
que se lamenta de su ausencia
al sur del islote
Suena la diana en el cuartel
-sueño muy corto-
amanecer de lámparas que se extinguen.
Nos despertamos
sintiéndonos una banda en harapos!
.................................
Pieza ocasional

Graba tu nombre en un árbol
que se extienda hasta el nadir.
El árbol es mejor que el mármol,
en él los nombres crecen.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Gabriel Celaya (1911 - 1991) España

Momentos felices

Cuando llueve y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?

Cuando salgo a la calle silbando alegremente
—el pitillo en los labios, el alma disponible—
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican la alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que se siente?

Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro —sé que todo es fiado—,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así la muerte,
¿no es la felicidad lo que trasciende?

Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es la felicidad lo que amanece?

Cuando voy al mercado, miro los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?

Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
«Estaba justamente pensando en ir a verte».
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarme en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?
...............................
La poesía es un arma cargada de futuro

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
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Dedicatoria final

Pero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que -¡basta!- te beso!
¡Y al diablo los versos,
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor,
y aunque sea un disparate todo existe porque existes,
y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio,
ni lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo,
y otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.
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Despedida

Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

Quizás tú no recuerdes
quién fui, mas en ti suenen
los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada
de mí, ni una palabra,
ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.
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Educar
Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca,
hay que medir, pensar, equilibrar,
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que esa barca, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestro propio barco,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
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Gernikako arbola
(El árbol de Guernica)

Era en la primavera del año treinta y siete
cuando llegué a Guernica.
Allí se fabricaban boquillas de careta
anti-gas. Yo debía
- servicio de inspección- ver qué diablos pasaba
o qué no funcionaba.
Allí, en Guernica, estaban las fuerzas guipuzcoanas
nuevas, y yo debía
- servicio de instrucción- enseñarles la humana
protección que es posible cuando con gas atacan.
Todo me parecía remoto. Aunque cumplía
lo debido, imposible
era pensar que nadie lanzase tal ataque.
El frente estaba lejos. Brillaba el cielo indemne.
Y todo hay que decirlo:
hacía mucho tiempo que no comía cordero,
ni comía pan blanco, como allí, en retaguardia.
¡Parecía tan fácil la paz! No se entendían
la ira y la mentira.
A veces visitaba nuestro árbol de Guernica,
y miraba el azul,
un azul que duró todos aquellos días,
un ancho azul tranquilo que nada parecía
podría perturbar, marzo querido.
¡Ay, quién diría
que a poco de marcharme zumbaría en el cielo,
en ese mismo cielo que parecía indemne,
limpio de mancha y leve,
el horror de una muerte mecánica y salvaje!
¡Ay, quién diría!
¡Ay, dilo tú si puedes, Gernikako Arbola,
dilo con tu raíz, tus ramas y tus niños,
dilo si eso es posible,
di con la libertad de los vascos antiguos,
con el temblor de fronda que cubre el país entero
y dice lo que somos, diciendo lo que fuimos!
¡Ay, si es posible, dilo!
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A Blas de Otero

Amigo Blas de Otero: Porque sé que tú existes,
y porque el mundo existe, y yo también existo,
porque tú y yo y el mundo nos estamos muriendo,
gastando nuestras vueltas como quien no hace nada,
quiero hablarte y hablarme, dejar hablar al mundo
de este dolor que insiste en todo lo que existe.

Vamos a ver, amigo, si esto puede aguantarse:
El semillero hirviente de un corazón podrido,
los mordiscos chiquitos de las larvas hambrientas,
los días cualesquiera que nos comen por dentro,
la carga de miseria, la experiencia —un residuo—,
las penas amasadas con lento polvo y llanto.

Nos estamos muriendo por los cuatro costados,
y también por el quinto de un Dios que no entendemos.
Los metales furiosos, los mohos del cansancio,
los ácidos borrachos de amarguras antiguas,
las corrupciones vivas, las penas materiales...
todo esto —tú sabes—, todo esto y lo otro.

Tú sabes. No perdonas. Estás ardiendo vivo.
La llama que nos duele quería ser un ala.
Tú sabes y tu verso pone el grito en el cielo.
Tú, tan serio, tan hombre, tan de Dios aun si pecas,
sabes también por dentro de una angustia rampante,
de poemas prosaicos, de un amor sublevado.

Nuestra pena es tan vieja que quizá no sea humana:
ese mugido triste del mar abandonado,
ese temblor insomne de un follaje indistinto,
las montañas convulsas, el éter luminoso,
un ave que se ha vuelto invisible en el viento,
viven, dicen y sufren en nuestra propia carne.

Con los cuatro elementos de la sangre, los huesos,
el alma transparente y el yo opaco en su centro,
soy el agua sin forma que cambiando se irisa,
la inercia de la tierra sin memoria que pesa,
el aire estupefacto que en sí mismo se pierde,
el corazón que insiste tartamudo afirmando.

Soy creciente. Me muero. Soy materia. Palpito.
Soy un dolor antiguo como el mundo que aún dura.
He asumido en mi cuerpo la pasión, el misterio,
la esperanza, el pecado, el recuerdo, el cansancio,
Soy la instancia que elevan hacia un Dios excelente
la materia y el fuego, los latidos arcaicos.

Debo salvarlo todo si he de salvarme entero.
Soy coral, soy muchacha, soy sombra y aire nuevo,
soy el tordo en la zarza, soy la luz en el trino,
soy fuego sin sustancia, soy espacio en el canto,
soy estrella, soy tigre, soy niño y soy diamante
que proclaman y exigen que me haga Dios con ellos.

¡Si fuera yo quien sufre! ¡Si fuera Blas de Otero!
¡Si sólo fuera un hombre pequeñito que muere
sabiendo lo que sabe, pesando lo que pesa!
Mas es el mundo entero quien se exalta en nosotros
y es una vieja historia lo que aquí desemboca.
Ser hombre no es ser hombre. Ser hombre es otra cosa.

Invoco a los amantes, los mártires, los locos
que salen de sí mismos buscándose más altos.
Invoco a los valientes, los héroes, los obreros,
los hombres trabajados que duramente aguantan
y día a día ganan su pan, mas piden vino.
Invoco a los dolidos. Invoco a los ardientes.

Invoco a los que asaltan, hiriéndose, gloriosos,
la justicia exclusiva y el orden calculado,
las rutinas mortales, el bienestar virtuoso,
la condición finita del hombre que en sí acaba,
la consecuencia estricta, los daños absolutos.
Invoco a los que sufren rompiéndose y amando.

Tú también, Blas de Otero, chocas con las fronteras,
con la crueldad del tiempo, con límites absurdos,
con tu ciudad, tus días y un caer gota a gota,
con ese mal tremendo que no te explica nadie.
Irónicos zumbidos de aviones que pasan
y muertos boca arriba que no, no perdonamos.

A veces me parece que no comprendo nada,
ni este asfalto que piso, ni ese anuncio que miro.
Lo real me resulta increíble y remoto.
Hablo aquí y estoy lejos. Soy yo, pero soy otro.
Sonámbulo transcurro sin memoria ni afecto,
desprendido y sin peso, por lúcido ya loco.

Detrás de cada cosa hay otra cosa que es la misma,
idéntica y distinta, real y a un tiempo extraña.
Detrás de cada hombre un espejo repite
los gestos consabidos, mas lejos ya, muy lejos.
Detrás de Blas de Otero, Blas de Otero me mira,
quizá me da la vuelta y viene por mi espalda.

Hace aún pocos días caminábamos juntos
en el frío, en el miedo, en la noche de enero
rasa con sus estrellas declaradas lucientes,
y era raro sentirnos diferentes, andando.
Si tu codo rozaba por azar mi costado,
un temblor me decía: «Ese es otro, un misterio.»

Hablábamos distantes, inútiles, correctos,
distantes y vacíos porque Dios se ocultaba,
distintos en un tiempo y un lugar personales,
en las pisadas huecas, en un mirar furtivo,
en esto con que afirmo: «Yo, tú, él, hoy, mañana»,
en esto que separa y es dolor sin remedio.

Tuvimos aún que andar, cruzar calles vacías,
desfilar ante casas quizá nunca habitadas,
saber que una escalera por sí misma no acaba,
traspasar una puerta —lo que es siempre asombroso—,
saludar a otro amigo también raro y humano,
esperar que dijeras —era un milagro—: Dios al fin escuchaba.

Todo el dolor del mundo le atraía a nosotros.
Las iras eran santas; el amor, atrevido;
los árboles, los rayos, la materia, las olas,
salían en el hombre de un penar sin conciencia,
de un seguir por milenios, sin historia, perdidos.
Como quien dice «sí», dije Dios sin pensarlo.

Y vi que era posible vivir, seguir cantando.
Y vi que el mismo abismo de miseria medía
como una boca hambrienta, qué grande es la esperanza.
Con los cuatro elementos, más y menos que hombre,
sentí que era posible salvar el mundo entero,
salvarme en él, salvarlo, ser divino hasta en cuerpo.

Por eso, amigo mío, te recuerdo, llorando;
te recuerdo, riendo; te recuerdo, borracho;
pensando que soy bueno, mordiéndome las uñas,
con este yo enconado que no quiero que exista,
con eso que en ti canta, con eso en que me extingo
y digo derramado: amigo Blas de Otero.
...........................
Morir

¡Ay tú, siempre lejana!
(Tu cuerpo poseído
me parece aún intacto.)
¡Ay, tu sonrisa esquiva!
¡Ay, tus palabras vagas!
Todo tan sin sentido
(adorable, imposible!)
que no eres tú, no es nada,
es la nada lo que amo
revestida de luces
que en suave piel resbalan.

Desnúdate, ¿qué importa?
Ya sólo sé morirme
y no mirarte. Canto
cierto nácar cambiante,
deseo con mil nombres
que aquí brilla variando,
ternura, o llanto, o dicha,
o -querida, querida, querida-
no saber qué se dice,
morir tu misma muerte,
rozarte así imposible.
......................................
Tau-l

La bonita mentira de cada día
no engaña a nadie, pero ayuda a vivir, y exalta.
No pido más.

Amanece inundando.
Los pájaros cantores
cierran los circuitos eléctricos del día.
¡Es la belleza, es la vida!
La cabeza se enciende como una bombilla
a unos doscientos voltios de normal poesía.
¿Es la belleza? No sé.
Es el mundo habitual de la pereza
donde mis números sirven,
mis distancias miden,
mis ideas cuentan,
no se funde el aparato que en mí versifica.
¿Es la vida?
Sé que hay otra
más real, más escondida, menos mía,
pero ésta es mi alegría, mi mentira,
y los átomos me dejan de momento
que viva en mi fantasía,
es decir, en lo vulgar
del día que es tan sólo un cada día
sin más, normal,
fabulosamente real.
...................................
Poesía, Sociedad Anónima

Como yo no soy yo, represento a cualquiera
y le presto mi voz a quien aún no la tenga;
o repito otras voces que siento como mías
aunque, hasta sin querer, siempre de otra manera.
Parezco personal, mas digo lo sabido
por otros hace siglos. O quizás, ayer mismo.
Ojalá me repitan sin recordar quien fui
como ahora yo repito a un anónimo amigo.
¡Oh futuro perfecto! No hay otra permanencia
que la de ser un eco corregido por otros
que no sabrán mi nombre, ni —espero— mi aventura.
Tampoco yo sé bien quién habla en mi conciencia.
Si algún día un muchacho nos plagia sin saberlo
y en él, lo ya sabido, vuelve a ser un invento,
estaremos en él, invisibles, reales,
como otros, ahora en mí, son corazón de un ave.
Es eso, y no los versos guardados en los libros,
lo que, venciendo el tiempo, sin forma durará
en la obra colectiva y anónima, aún en ciernes,
transformando y creando conciencia impersonal.
..........................................

lunes, 14 de noviembre de 2011

Akiko Yosano (1878-1942) Japón

Viniste al fin, y por eso
dejé ir a las libélulas
que conservaba cautivas
entre mis cinco dedos
este atardecer de otoño
..................
Una noche

En cada cuarto,
en cada jarrón,
enciende una brillante luz;
arregla amapolas y rosas.
Esto no es consolar
sino castigar;
porque aquí, una mujer
—olvidada de alabar
y de responder—,
de pronto deseó llorar
por una nimiedad.
.................
Un pájaro viene
delicadamente como una niña
a bañarse
a la sombra de mi árbol
en un charco de otoño.
.......................
La primavera es corta,
¿quieres sentir la eternidad?, le dije,
y, tomando sus manos,
las hundí entre mis senos
rebosantes de vida...
.....................
Después del baño
me visto ante el espejo,
y, al observar mi cuerpo,
siento que aún queda algo
de ayer: una cierta sonrisa…
......................
Mientras me baño
en el fondo del agua,
igual que un lirio en flor…
¡qué hermosos, oh, qué hermosos,
mis veinte veranos!
...................
Río celeste:
en la cama, con él,
aparto la cortina
y veo cómo, al alba,
se separan las dos estrellas
.................
Hay un mar en mi pecho
que incluso para mí es desconocido;
en una de sus rocas
se vienen a estrellar todos los barcos
y son vanas mis lágrimas.
....................
A los humanos
que reclaman amor,
les pondría una miel envenenada
sobre los labios:
ése es mi deseo…
..................
Tras guardar las muñecas,
cierro el cofre y suspiro
desconcertada, viendo
cómo se ruborizan
las flores del melocotonero
...................
De los innumerables escalones
que conducen a mi corazón
él subió tan sólo
quizás dos o tres.
................
El dia que las montañas se mueven ha llegado.
Aunque lo diga, nadie me cree.
Las montañas, que en otro tiempo fueron activas
entre llamas, sólo duermen un rato.
Mas, aunque lo hayáis olvidado,
creedme, amigos, que todas las mujeres que dormían
ya se despiertan y se mueven.
...........................

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Luis Carlos López (1883-1950)

Tarde de verano

La sombra, que hace un remanso
sobre la plaza rural,
convida para el descanso
sedante, dominical…

Canijo, cuello de ganso,
cruza leyendo un misal,
dueño absoluto del manso
pueblo intonso, pueblo asnal.

Ciñendo rica sotana
de paño, le importa un higo
la miseria del redil.

Y yo, desde mi ventana,
limpiando mi fusil, me digo:
--¿Qué hago con este fusil?
.............................

Muchachas solteronas

Muchachas solteronas de provincia,
que los años hilvanan
leyendo folletines
y atisbando en balcones y ventanas…

Muchachas de provincia,
las de aguja y dedal, que no hacen nada,
sino tomar de noche
café con leche y dulce de papaya…

Muchachas de provincia,
que salen –si es que salen de la casa—
muy temprano a la iglesia,
con un andar doméstico de gansas.

Muchachas de provincia,
papandujas, etcétera, que cantan
melancólicamente
de sol a sol: – “Susana ven”… “Susana”…

¡Pobres muchachas, pobres
muchachas tan inútiles y castas,
que hacen decir al Diablo,
con los brazos en cruz: –¡Pobres muchachas!...
...........................

Sepelio

Cuantas mujeres, cuando muera
Se ocuparán, tal vez de mí!.
( A Inés la quise en la escalera,
y a Juana en un chiribitil).

Mas todo en vano!. Oh qué agorera
La última farsa hecha en latín,
Junto al cochero de chistera
Senatorial, ebrio de anís!.

Malos discursos, tres coronas
Y yo indefenso!. Las personas
Graves dirán: De qué murió?

Mientras que Luisa, Rosa, Elena
Podrán decir: Oh, que alma buena!
Pensando a solas: Fue un bribón!.
...........................

Medio ambiente

—"Papá, ¿quién es el rey?
—Cállate, niño, que me comprometes".
Swift

Mi buen amigo el noble Juan de Dios, compañero
de mis alegres años de juventud, ayer
no más era un artista genial, aventurero...
—Hoy vive en un poblacho con hijos y mujer.

… Y es hoy panzudo y calvo. Se quita ya el sombrero
delante de un don Sabas, de un don Lucas... ¿Qué hacer?
La cuestión es asunto de catre y de puchero
sin empeñar la "Singer" que ayuda a mal comer...

Quimeras moceriles —mitad sueño y locura;
quimeras y quimeras de anhelos infinitos,
y que hoy —como las piedras tiradas en el mar—

se han ido a pique oyendo las pláticas del cura,
junto con la consorte, la suegra y los niñitos...
¡Qué diablo!... Si estas cosas dan ganas de llorar
..................................
Fabulita

"¡Paz nobis!" Wilson

"¡Viva la paz, viva la paz!"
Así
trinaba alegremente un colibrí
sentimental, sencillo de flor en flor...
Y el pobre pajarillo
trinaba tan feliz sobre el anillo
feroz de una culebra mapaná.
Mientras que en un papayo
reía gravemente un guacamayo
bisojo y medio cínico:
-¡Cúa, Cúa!
............................................

Tedio de la parroquia

"¡Ay, qué vida!" Temístocles

La población parece abandonada,
dormida a pleno sol.
- ¿Y qué hay de bueno?
Y uno responde bostezando: -¡Nada!

¡Ni una sola ilusión inesperada,
que brinde ameno rato!...
Es un sereno vivir
este vivir siempre a plomada.

Porque ¡Ay! no surge un acontecimiento
sensacional. Apenas un detalle,
y eso de vez en cuando,
en la infinita placidez lugareña:
hoy no hace viento
y andan únicamente por la calle
cuatro perros detrás de una perrita.
...................................

Versos para ti

"Y, sin embargo, sé que te quejas" Becquer

Te quiero mucho. Anoche, parado en una esquina,
te vi llegar.. Y como si fuese un colegial,
temblé cual si me dieran sabrosa golosina...
-Yo estaba junto a un viejo farol municipal.

Recuerdo los detalles, cualquier simple detalle
de aquel minuto: Como si fuese un chimpancé,
la sombra de un mendigo bailaba por la calle,
gimió una puerta, un chico dio a un gato un puntapié...

Y tu pasaste.. Y viendo que tu ni a mi volviste
la luz de tu mirada jarifa como un sol,
me puse más triste, tan hondamente triste,
que allí me dieron ganas de ahorcarme del farol!
.........................................

Versos a la luna

¡Oh, luna, que hoy te asumas al tejado
de la iglesia, en la calma tropical,
para que te salude un trasnochado
y te ladren los perros de arrabal!

¡Oh, luna!.. En tu silencio te has burlado
de todo!... En tu silencio sideral,
viste anoche robar en despoblado
... y el ladrón era un juez municipal!...

Mas tu ofreces viajera Saturnina,
con que elocuencia en los espacios mudos
consuelo al que la vida laceró,

mientras te cantan, te cantan, en cualquier cantina,
neurasténicos bardos melenudos
y piojosos, que juegan domino...
...........................

A un perro

¡Ah, perro miserable,
que aún vives del cajón de la bazofia,
-como cualquier político- temiendo
las sorpresas del palo de la escoba!

¡Y provocando siempre
que hurtas en el cajón pleno de sobras
-como cualquier político- la triste
protesta estomacal de ávidas moscas!

Para después ladrarle
por las noches, bien harto de carroña,
-como cualquier político- a la luna,
creyendo que es algún queso de bola…

¡Ah, perro miserable,
que humilde ocultas con temor la cola,
-como cualquier político del día-
¡y no te da un ataque de hidrofobia!
........................

En tono menor

¡Qué tristeza más grande, qué tristeza infinita
de pensar muchas cosas!... ¡De pensar, de pensar!
de pensar, por ejemplo, que hoy tal vez, Teresita
Alcalá, tu recuerdo, me recuerda otra edad...
Yo era niño, muy niño... Tú llegabas, viejita,
cucaracha de iglesia, por la noche a mi hogar.
Te hacía burlas... Y siempre mi mamá, muy bonita
y muy dulce, te daba más de un cacho de pan...
Tú eras medio chiflada... Yo pasé buenos ratos
destrozando en tu casa, cueva absurda de gatos,
cachivaches y chismes... ¡Oh, qué mala maldad!
Pero ya te moriste... Desde a tiempo te lloro,
y al llorarte, mis años infantiles añoro,
¡Teresita Alcalá, Teresita Alcalá!
..........................

Noche truculenta

Para libar el jugo de agrios vinos
- no dejes ver la pierna,
muchacha - los marinos
vendrán dentro de poco a la taberna.

Son de brusco perfil, biceps de acero,
niños enormes de cuadrada espalda
y andar patojo. - Pero,
¿le arreglarás la falda?

Con sus jarrones de licor, sus dados
y sus cachimbas se darán al juego
carnavalescamente iluminados
por la epilepsia del candil. Y luego
terminarán rugiendo una salvaje
canción sensual. - Del cafetín me salgo,
porque - ¡bájate el traje! -
lo que es aquí pasa algo...

Sor Juana Inés de la Cruz (1651 - 16995) México

Al que ingrato me deja, busco amante...

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.
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Hombres necios que acusáis...
(Redondillas)

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
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Incendio

Afuera, afuera, ansias mías;
no el respeto os embarace:
que es lisonja de la pena
perder el miedo a los males.

Salgan signos a la boca
de lo que el corazón arde,
que nadie, nadie creerá el incendio
si el humo no da señales.

El que su cuidado estima,
sus sentimientos no calle;
que no es muy valiente el preso
que no quebranta la cárcel.

Afuera, afuera ansias mías;
no el respeto os embarace:
que nadie, nadie creerá el incendio
si el humo no da señales.

Salgan signos a la boca
de lo que el corazón arde,
que no es muy valiente el preso
que no quebranta la cárcel.

...................................................
Miró Celia una rosa que en el prado...

Miró Celia una rosa que en el prado
ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;

y dijo: "Goza, sin temor del Hado,
el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte de mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado;

y aunque llega la muerte presurosa
y tu fragante vida se te aleja,
no sientas el morir tan bella y moza:

mira que la experiencia te aconseja
que es fortuna morirte siendo hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja."
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Que no me quiera Fabio al verse amado...

Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.

¿Qué sufrimiento no estará cansado,
si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?

Si de Silvio me cansa el rendimiento,
a Fabio canso con estar rendida:
si de éste busco el agradecimiento,

a mí me busca el otro agradecida:
por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida.
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Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba...

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

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Detente, sombra de mi bien esquivo...

Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
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Éste que ves, engaño colorido...

Éste que ves, engaño colorido,
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;

éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,

es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:

es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
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Cítara de carmín que amaneciste

Cítara de carmín que amaneciste
trinando endechas a tu amada esposa
y, paciéndole el ámbar a la rosa,
el pico de oro, de coral teñiste;

dulce jilguero, pajarito triste,
que apenas el aurora viste hermosa
cuando el tono primero de una glosa
la muerte hallaste y el compás perdiste:

no hay en la vida, no, segura suerte;
tu misma voz al cazador convida
para que el golpe cuando tire acierte.

¡Oh fortuna buscada aunque temida!
¿Quién pensara que cómplice en tu muerte
fuera, por no callar, tu propia vida?
......................................

Dos dudas en que escoger

Dos dudas en que escoger
tengo y no sé a cuál prefiera,
pues vos sentís que no quiera
y yo sintiera querer.

Con que si a cualquier lado
quiero inclinarme, es forzoso,
quedando el uno gustoso,
que otro quede disgustado.

Si daros gusto me ordena
la obligación, es injusto
que por daros a vos gusto
haya yo de tener pena.

Y no juzgo que habrá quien
apruebe sentencia tal
como que me trate mal
por trataros a vos bien.

Mas por otra parte siento
que es también mucho rigor
que lo que os debo en amor
pague en aborrecimiento.

Y aun irracional parece
este rigor, pues se infiere,
si aborrezco a quien me quiere,
¿qué haré con quien aborrezco?

No sé cómo despacharos,
pues hallo al determinarme
que amaros es disgustarme
y no amaros disgustaros.

Pero dar un medio justo
en estas dudas pretendo,
pues no queriendo os ofendo
y queriéndoos me disgusto.

Y sea ésta la sentencia,
porque no os podáis quejar:
que entre aborrecer y amar
se parta la diferencia.

De modo que entre el rigor
y el llegar a querer bien
ni vos encontréis desdén
ni yo pueda hallar amor.

Esto el discurso aconseja,
pues con esta conveniencia
ni yo quedo con violencia
ni vos partís con queja.

Y que estaremos infiero
gustosos con lo que ofrezco,
vos, de ver que no aborrezco,
yo, de saber que no quiero.

Sólo este medio es bastante
a ajustarnos, si os contenta:
que vos me logréis atenta
sin que yo pase a lo amante.

Y así quedo, en mi entender,
esta vez bien con los dos:
con agradecer, con vos;
conmigo, con no querer.

Que aunque a nadie llegue a darse
en esto gusto cumplido
ver que es igual el partido
servirá de resignarse.

martes, 8 de noviembre de 2011

Luis Cernuda (1904 - 1963) España

Contigo

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

...........................

Peregrino

¿Volver? Vuelva el que tenga,
tras largos años, tras un largo viaje,
cansancio del camino y la codicia
de su tierra, su casa, sus amigos,
del amor que al regreso fiel le espere.
Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.
............................

Los fantasmas del deseo

Yo no te conocía, tierra;
con los ojos inertes, la mano aleteante,
lloré todo ciego bajo tu verde sonrisa,
aunque, alentar juvenil, sintiera a veces
un tumulto sediento de postrarse,
como huracán henchido aquí en el pecho;
ignorándote, tierra mía,
ignorando tu alentar, huracán o tumulto,
idénticos en esta melancólica burbuja que yo soy
a quien tu voz de acero inspirara un menudo vivir.

Bien sé ahora que tú eres
quien me dicta esta forma y este ansia;
sé al fin que el mar esbelto,
la enamorada luz, los niños sonrientes,
no son sino tú misma;
que los vivos, los muertos,
el placer y la pena,
la soledad, la amistad,
la miseria, el poderoso estúpido,
el hombre enamorado, el canalla,
son tan dignos de mí como de ellos yo lo soy;
mis brazos, tierra, son ya más anchos, ágiles,
para llevar tu afán que nada satisface.

El amor no tiene esta o aquella forma,
no puede detenerse en criatura alguna;
todas son por igual viles y soñadoras.
Placer que nunca muere
beso que nunca muere,
sólo en ti misma encuentro, tierra mía.
Nimbos de juventud, cabellos rubios o sombríos,
rizosos o lánguidos como una primavera,
sobre cuerpos cobrizos, sobre radiantes cuerpos
que tanto he amado inútilmente,
no es en vosotros donde la vida está, sino en la tierra,
en la tierra que aguarda, aguarda siempre
con sus labios tendidos, con sus brazos abiertos.

Dejadme, dejadme abarcar, ver unos instantes
este mundo divino que ahora es mío,
mío como lo soy yo mismo,
como lo fueron otros cuerpos que estrecharon mis brazos,
como la arena, que al besarla los labios
finge otros labios, dúctiles al deseo,
hasta que el viento lleva sus mentirosos átomos.

Como la arena, tierra,
como la arena misma,
la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira.
Tú sola quedas con el deseo,
con este deseo que aparenta ser mío y ni siquiera es mío,
sino el deseo de todos,
malvados, inocentes,
enamorados o canallas.

Tierra, tierra y deseo.
Una forma perdida.
.....................

No quiero, triste espíritu, volver...

No quiero, triste espíritu, volver
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.

No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.

Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niño,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.

No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.
...........................

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman...

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.

Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.

Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de muerto.
..................................

Si el hombre pudiera decir lo que ama...

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
...........................

Donde habite el olvido...

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
.................................

Cómo llenarte, soledad...

Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma...

De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.

Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.

Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.

Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?

Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.
..............................
Limbo


A Octavio Paz

La plaza sola (gris el aire,
negros los árboles, la tierra
manchada por la nieve),
parecía, no realidad, mas copia
triste sin realidad. Entonces,
ante el umbral, dijiste:
viviendo aquí serías
fantasma de ti mismo.
Inhóspita en su adorno
parsimonioso, porcelanas, bronces,
muebles chinos, la casa
oscura toda era,
pálidas sus ventanas sobre el río,
y el color se escondía
en un retablo español, en un lienzo
francés, su brío amedrentado.
Entre aquellos despojos,
proyecto, el dueño estaba
sentado junto a su retrato
por artista a la moda en años idos,
imagen fatua y fácil
del diletante, divertido entonces
comprando lo que una fe creara
en otro tiempo y otra tierra.
Allí con sus iguales,
damas imperativas bajo sus afeites,
caballeros seguros de sí mismos,
rito social cumplía,
y entre el diálogo moroso,
tú oyendo alguien me dijo: "Me ofrecieron
la primera edición de un poeta raro,
y la he comprado", tu emoción callaste.
Así, pensabas, el poeta
vive para esto, para esto
noches y días amargos, sin ayuda
de nadie, en la contienda
adonde, como el fénix, muere y nace,
para que años después, siglos
después, obtenga al fin el displicente
favor de un grande en este mundo.
Su vida ya puede excusarse,
porque ha muerto del todo;
su trabajo ahora cuenta,
domesticado para el mundo de ellos,
como otro objeto vano,
otro ornamento inútil;
y tú cobarde, mudo
te despediste ahí, como el que asiente,
más allá de la muerte, a la injusticia.
Mejor la destrucción, el fuego.
...............................

Unos cuerpos son como flores...

Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.

Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.

Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,
sin que ninguno comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.