Yo leo a los maestros

miércoles, 13 de febrero de 2019

Marin Sorescu (1936 - 1996) Rumania


Capricho

Cada atardecer
Recojo entre los vecinos
Todas las sillas disponibles
y leo versos para ellas.

Las sillas son extremadamente receptivas
A la poesía
Si uno sabe ordenarlas.

Todo esto
Me emociona
Y durante varias horas
Les cuento
Qué bellamente murió mi alma
Durante el día.

Nuestros encuentros
Son generalmente sobrios,
Sin entusiasmos
Inútiles.

De cualquier modo
Significa que cada uno
Ha cumplido con su deber
Y podemos seguir
Adelante.
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Desdoblamiento

En la noche alguien pasea con mis ropas
Y las lleva puestas.
En la mañana observo en los zapatos barro fresco.
¿Quién tendrá un modo de andar parecido a mi andar?

Desde cierto tiempo ha empezado
A vestirse también con mis pensamientos.
Cuando despierto ya no los encuentro jamás
Dónde los habré puesto.

Están usados, cansados, con ojeras alrededor de los ojos,
Se ve a las claras que alguien estuvo pensando con ellos
Toda la noche.

¿Quién tendrá un alma parecida a mi alma?
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Simetría

Iba tranquilamente
Cuando de pronto, frente a mí
Surgieron dos caminos:
Uno a la derecha,
y el otro a la izquierda,
Según todas las reglas de la simetría.

Me quedé inmóvil,
Cerré los ojos,
Estiré los labios,
Tosí,
Y tomé por el de la derecha
(Exactamente el que no debía,
Como se comprobó más adelante).

Caminé por él como pude,
Está de más abundar en detalles.
Luego frente a mí se abrieron dos
Precipicios:
Uno a la derecha,
Otro a la izquierda.
Me lancé por el de la izquierda,
Sin pestañear, sin siquiera precipitarme,
Me lancé con todo por el de la izquierda,
El cual, ay, no era el sembrado con plumas.
A rastras seguí avanzando.
Me arrastré cuanto pude,
y de pronto, frente a mí
Se abrieron amplios dos caminos.
«¡Yo les enseñaré!» -me dije-
Y me empeñé otra vez por el de la izquierda,
Con hostilidad.
Equivocado, muy equivocado, el de la derecha era
El verdadero, el verdadero, como se dice, el gran camino.
Y en la primera encrucijada
Me consagré con todo mi ser
Al de la derecha. Y nuevamente
El otro fue el que debí tomar el otro...
Ahora están por terminarse mis provisiones,
El bastón de mis manos envejeció,
Ya no echa brotes
Para estar a su sombra
Cuando me embarga la desesperación.
Las piedras desgarraron mis tobillos,
Crujen y gruñen en mi contra,
Puesto que me he mantenido en una permanente
Equivocación.

Y he aquí que otra vez ante mí se abren
Dos cielos:
Uno a la derecha,
El otro a la izquierda.
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Nos conocemos

Nos conocemos.
Nos vimos un día
En la tierra,
Yo iba por un lado de ella
Tú por el otro.

Tú eras así y asá,
Oh, eras como todas las mujeres,
Fíjate cómo he retenido
Tu rostro.

Yo me emocioné
Y dije algo con la mano en el corazón,
Pero no había manera de que me escucharas.
Porque entre nosotros pasaban todo el tiempo
Automóviles y aguas y especialmente montes,
En fin, todo el globo.

Me miraste a los ojos
Pero, ¿qué podías ver?

En mi hemisferio
Se había hecho justamente la noche.
Extendiste la mano: diste con una nube.
Yo abracé los hombros de una hoja.
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Una mujer...

Una mujer
se sube a un árbol
y el hombre le sostiene con ambas manos
la escalera.

Echa a volar
un pájaro en el cielo
y un niño le sostiene
el aire.

Una estrella amanece
en el cielo
y la tierra le sostiene
el cielo.
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A lo Ícaro

Anduve de mendigo entre los pájaros
y me dio, cada uno,
una pluma.

Una erguida de buitre,
una roja de ave del paraíso,
una verde de colibrí,
una parlanchina de papagayo,
una asustadiza de avestruz-
¡cuántas alas me dieron!

Me las puse en el alma
y comencé a volar.
Vuelo erguido de buitre,
vuelo rojo de ave del paraíso,
vuelo verde de colibrí,
vuelo parlanchín de papagayo,
vuelo asustadizo de avestruz
¡Cuánto he volado!
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A usted

Mi rostro me parece conocido,
pero no recuerdo de dónde.

¿No era usted, por cierto,
con quién me reía de la vida,
pegando la nariz al espíritu
del mundo
como a un escaparate?

En el semblante usted tiene una arruga
que me recuerda cierta historia
moderna, contemporánea.

Si no me engaño, he visto vuestros ojos
maravillados por varias cuestiones habituales,
tristezas, noche, miedo.

¿Tienes algún pariente, una mano, un pensamiento,
algo valioso o parecido
en el sol
y en las demás estrellas fugaces?

Puedo jurar
que usted era el que se ha enamorado
eternamente 
de aquella muchacha,
cuyo nombre se te escapa siempre.

Ah,
todo me parece muy conocido
en usted
hasta los días que no han sido
y los que van a ser.
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Himno

En vez de raíces, en los árboles
hay santos
que se han alzado de la mesa
y se han arrodillado bajo la tierra
para rezar
Sólo sus aureolas
han quedado fuera,
árboles,
flores
Nosotros, por nuestra parte,
llegaremos a ser santos,
rogando para que la tierra
permanezca redonda y bendita
como hasta hoy
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Sombra

Si también nuestra sombra
Pudiera gozar de los cinco sentidos
Viviría mucho mejor
Con ambos corazones a la vez.

Pero desde nosotros a la sombra
Ha ocurrido un largo proceso
De abstracción
Y en ella toda nuestra insensibilidad
Alcanzó el máximo límite.

Algunos hombres
No viven sino con su sombra
Y ni siquiera con ella eterna,
Por turno viven, una voz un ojo.
Una vez una mano.
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Segmento

Podías, como en los cuentos, haberme puesto a
prueba,
pidiéndome hacer
cosas extraordinarias.
Por ejemplo:
abrir un abismo en el cielo
y traerte el cielo extraído
en los bolsillos.

Podías haberme pedido que te resuelva
tres importantes problemas de la vida
y yo te los hubiese resuelto al momento,
con los dientes,
como los nudos en un hilo.

Podías haber sugerido que me abandonase a mí
mismo
arrojando afuera toda mi personalidad
como lava de un volcán
que me desvistiese de toda particularidad
hasta llegar al fondo humano común
y que me quedase así, desnudo, en el frío.

o por el contrario,
que me mudase por completo
en un solo rasgo característico.
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Más allá

Esta mujer
Tiene a alguien en el baño.

Habla conmigo,
Me ama sinceramente,
Pero alguien aún zangolotea en su alma,
Más allá de mí.
Leo en sus ojos,
En el pelo,
En la línea de la vida de su mano
Que esta casa no tiene sino una sola entrada,
Que oculta de mí a alguien en el baño.

O, digamos, en la casa vecina,
O en otra casa,
En algún lugar de la calle,
En otra ciudad o en otro bosque,
O en el fondo del mar.

Alguien está oculto allí,
Asediando mis pensamientos,
Escuchando mis pensamientos eternos
Con los ojos fijos en el reloj.