Yo leo a los maestros

lunes, 16 de abril de 2018

Marina Tsvietáieva (1892 - 1941) Rusia


En invierno

De nuevo, detrás de las paredes,
cantan los lamentos de las campanas.
Algunas calles entre nosotros.
¡Algunas palabras!
La ciudad duerme en la bruma,
la hoz plateada aparece,
la nieve cubre con estrellas
tu cuello.
¿Las invocaciones del pasado hieren?
¿Cuanto tiempo duelen las heridas?
Se burla seductora y nueva,
la mirada brillante.
Para el corazón es (¿azul o castaña?)
más importante que las páginas sabias.
La escarcha blanquea
las flechas de las pestañas.
Detrás de las paredes callaron
los lamentos agotados de las campanas.
Algunas calles entre nosotros.
¡Algunas palabras!
La luna purificada se inclina
hacia las almas de los libros y de los poetas,
la nieve cae
sobre tu esponjoso cuello.
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A ti, dentro de un siglo

A ti, que nacerás dentro de un siglo,
cuando de respirar yo haya dejado,
de las entrañas mismas de un condenado a muerte,
con mi mano te escribo.

¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado
y ya no me recuerdan ni los viejos!
¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo!
Extiendo las dos manos.

Tus ojos: dos hogueras,
ardiendo en mi sepulcro -el infierno-
y mirando a la de las manos inmóviles,
la que murió hace un siglo.

En mis manos -un puñado de polvo-
mis versos. Adivino que en el viento
buscarás mi casa natal.
O mi casa mortuoria.

Orgullo: cómo miras a las mujeres,
las vivas, las felices; yo capto las palabras:
"¡Impostoras! ¡Ya todas están muertas!
Sólo ella está viva.

Igual que un voluntario le ha servido.
Conozco sus anillos y todos sus secretos.
¡Ladronas de los muertos!
¡De ella son los anillos!"

¡Mis anillos! Me pesa,
hoy me arrepiento
de haberlos regalado sin medida.
¡Y no supe esperarte!

También me da tristeza que esta tarde
tras el sol haya ido tanto tiempo
y he ido a tu encuentro,
dentro de un siglo.

Apuesto -dice él- que vas a maldecir
a todos mis amigos en sus oscuras tumbas.
¡Todos la celebraban! Pero un vestido rosa
nadie le ofreció.

¿Quién era el generoso? Yo no: soy egoísta.
No oculto mi interés si no me matas.
A todos les pedía cartas,
para por las noches besarlas.

¿Decirlo? ¡Lo diré! El no-ser es un tópico.
Y ahora, para mí, eres ardiente huésped.
Les negarás la gracia a todas las amantes
para amar a la que hoy es sólo huesos.
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Poema del fin


Como la piedra afila el cuchillo,
Como se desliza el serrín al barrer,
Así, aterciopelada, la piel
Húmeda súbitamente en los dedos.

Oh dobles -coraje, sequedad-
De los hombres, ¿dónde estáis,
Si en mis palmas hallo lágrimas
Y no lluvia?

El agua es de la fortuna,
¿Qué más podría desear?
Si tus ojos son diamantes
Que se vierten en mis palmas,

Ya no pierdo
Nada. Fin del fin.
Caricias, caricias
-Acaricio tus mejillas.

Somos así, orgullosas
Y polacas -Marina-,
Cuando en mis manos llueven
Ojos de águila:

¿Lloras? Mi amor,
Mi todo: perdóname.
Trozos de sal
Caen en mis palmas.

Llanto de hombre, veta
Que en la cabeza retiembla.
Llora. Otra te devolverá
La vergüenza que te hice dejar.

Somos dos peces
Del mis-mí-si-mo mar.
Dos conchas muertas
Labio contra labio.

Todo lágrimas.
Sabor
A armuelle.
-¿Y mañana
Cuando
Despierte?
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A los fiscales de la literatura

¿Ocultarlo todo para que la gente olvide
como nieve que se derrite o una vela?
¿En el futuro no ser más que un puñado de polvo
bajo la cruz de la tumba? No quiero.

 Cada instante, tamblando de dolor,
vuelvo a lo mismo:
morir para siempre. ¿Será por eso
que mi destino es comprenderlo todo?

Una tarde en el cuarto de los niños, entre muñecas,
la telaraña en el prado,
un alma que se condena por una mirada…
comprenderlo todo y por todo sufrir.

Por eso (y al manifestarlo cobro fuerzas)
someto a juicio todo lo más mío,
para que mi juventud conserve siempre
la desasosegada adolescencia.
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Insomnio  10

Otra vez una ventana
donde otra vez no se duerme.
A lo mejor beben vino,
a lo mejor no hacen nada.
O tal vez, manos unidas,
no separan esas manos.
En cada casa, mi amigo,
hay así una ventana.

Separaciones y encuentros:
gritas, nocturna ventana,
quizás hay cientos de velas,
o quizás sólo tres velas.
Sin reposo
mi cabeza.
En mi casa
ha entrado eso.

¡Hay que rezar por la casa sin sueño!
¡Y rezar por el fuego en la ventana!
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Magdalena

Entre nosotros, los diez mandamientos,
el calor de las diez hogueras.
La sangre hermana causa rechazo,
pero eres de sangre ajena.

En los tiempos evangélicos
yo sería una de aquéllas...
(¡La sangre ajena es la más deseada,
y entre todas, la más ajena!)

Con todas mis desazones, preclaro,
arrastrándome, te seguiría.
Oculta la mirada demoníaca,
Perfumes en ti vertería:

sobre tus pies, bajo tus pies,
o derramándolos a tu paso...
¡Fluye, pasión envilecida,
empeñada a los parroquianos!

Fluye con la espuma de la boca,
con el fervor de la mirada.
Fluye en el sudor del lecho. Tus pies
en mi cabellera calzo
como en una piel.

A tus pies, como seda, me extiendo.
¡No serás aquél (¡soy aquélla!)
que dijo a la bestia de la melena
ígnea: "¡Levántate, hermana!"

Por tus derroteros no pregunto,
porque, amada, todo se cumplió.
Tú me has calzado a mí, descalzo,
en el torrente
de tu cabello
y de tu dolor.

No pregunto cuánto han costado
estos perfumes. Al desnudo,
a mí,
con la ola de tu cuerpo
me has vestido,
como con un muro
o una vid.

Dócil y dulce, como nunca antes,
manso tocaré tu desnudez.
A mí, tan recto, me has enseñado
el declive de la ternura
al caer a mis pies.

Me harás una fosa entre tu pelo,
y sin lienzos me envolverás.
¿Para qué me has de traer la mirra?
Como ola,
tú me lavarás.
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Psique

1
He vuelto a casa: no soy una impostora
ni una criada -no necesito pan.
Soy tu ocio del domingo, tu pasión,
tu séptimo día y tu séptimo cielo.

Allí, en la tierra, me echaban monedas,
me colgaban piedras al cuello.
-¡Amado! ¿No te acuerdas?
Soy tu golondrina, tu Psique.

2
'Toma, cariño, mis harapos
que fueron un dulce cuerpo.
Lo he destrozado, lo he gastado,
sólo quedan las dos alas.

Vísteme tú con tu esplendor,
sálvame, por piedad.
Y los pobres andrajos raídos
llévalos a la sacristía.
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Algún ancestro mío...

Algún ancestro mío fue – violinista,
además jinete y ladrón.
¿Por eso me comporto como una callejera
y mi pelo huele a viento?

¿Acaso no es él, moreno, quien roba
con mi mano – los damascos,
el cabello rizado y la nariz aguileña,
culpable de mi destino impetuoso?

Detrás del arado espiaba a los trabajadores
mientras masticaba escaramujo.
Era un mal compañero, – ¡pero un amante
valiente y cariñoso!

Aficionado a la flauta, la luna y los collares,
y a las jóvenes del pueblo…
Me parece que mi antepasado de ojos amarillos
también era un cobarde.

Por una moneda le vendió su alma al diablo –
no pasaba a medianoche por el cementerio.
Andaba con un cuchillo
escondido en la bota.

Una vez se apareció en la esquina,
saltó como un gato flexible…
Comprendí que mi ancestro
¡no se dedicaba al violín!
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A Rainier Maria Rilke

Rainer, quiero encontrarme contigo,
quiero dormir junto a ti, adormecerme y dormir.
Simplemente dormir. Y nada más.
No, algo más: hundir la cabeza en tu hombro izquierdo
y abandonar mi mano sobre tu hombro izquierdo, y nada más.
No, algo más: aún en el sueño más profundo, saber que eres tú.
Y más aún: oír el sonido de tu corazón. Y besarlo.
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Mi día es desordenado...

Mi día es desordenado y absurdo:
al mendigo pido pan,
al rico le ofrezco una limosna.

En la aguja enhebro un rayo de luz,
al ladrón le doy la llave,
con polvos blancos encubro mi palidez.

el mendigo no me da pan,
el rico no acepta mi dinero,
el rayo no pasa por la aguja.

El ladrón entra sin llave,
y la tonta llora a lágrima viva
ese día sin gloria, día inútil.
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Paciente como se rompen las piedras...

Paciente como se rompen las piedras,
paciente, como a la muerte se aguarda.
Paciente, como maduran las nuevas.
paciente, como se mima la venganza.

Te esperaré (con los dedos trenzados –
como a la reina espera el amante)
Paciente, tal se esperan los versos rimados,
Paciente, como manos inquietantes.

Te esperaré (en la tierra la vista,
dientes sobre labios. Pasmo. Grava.
Paciente, como se alarga la dicha.
Paciente, como las perlas se ensartan.

Crujir de patines, responde el crujir
de la puerta; brama el viento de la taiga.
El escrito imperial llegó a venir:
cambio de poder, el dignatario tiene su entrada.

(Y en el mundo
no es de este mundo
mi mundo)
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La cita

A la cita fijada
llego tarde. La primavera añado
además – llegaré canosa.
– ¡Tú la has fijado tan alto!

– ¡Hay que caminar años – no se estremeció
el gusto de Ofelia en el camino amargo!
Atravesar montes – y almiares,
atravesar almas – y manos.

– ¡Habitar la tierra largo! Caverna
– la sangre! Y cada gota – ensenada.
Pero siempre el torrente rueda –
la faz de Ofelia en la hierba amarga.

De aquella que, la pasión tragada, – ¡sólo
limo sorbió! – ¡Gavilla en trizas!
Yo a ti te amé en lo alto:
¡- en el cielo me enterré a mí misma!

domingo, 8 de abril de 2018

Hugo von Hofmannsthal (1874 - 1929) Austria


Balada de la vida exterior

Y crecen niños con ojos profundos,
Que nada saben, crecen y mueren,
Y prosiguen los hombres su camino.
Y los frutos acres se endulzan,
Y caen de noche como pájaros muertos
Y yacen unos días y se pudren.
Y siempre sopla el viento, y siempre de nuevo
Percibimos y hablamos muchas palabras
Y sentimos el placer y el cansancio del cuerpo.
Y los senderos cruzan la hierba y hay lugares,
Aquí y allá, llenos de antorchas, árboles y estanques,
Y amenazantes y mortalmente marchitos…
¿Por qué fueron creados? ¿Y nunca
Se asemejan y son innumerables?
¿Qué alterna risa, llano y palidez?
¿De qué nos sirve todo esto, a nosotros y a estos juegos,
Pues somos mayores y eternamente solos,
Al caminar, no buscamos ya objetivo alguno?
¿De qué sirve haber visto a menudo tales cosas?
Y, sin embargo, mucho dice el que dice “anochecer”,
Una palabra de la que chorrea melancolía y dolor
Cual densa miel de los huecos panales.
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Tiempo interminable

¿Eres realmente tan débil como para no recordar
Los tiempos de la dicha?
Sobre el valle oscurecido se anunciaron las estrellas,
Pero nosotros permanecimos en la sombra, temblando.
El olmo gigantesco
Se agitó como en sueños y dejó caer una cortina
De ruidosas gotas sobre la hierba. ¡Ni una hora
Había transcurrido
Desde aquella lluvia! Y ello me pareció un tiempo
Interminable.
Pues a quien lo vive, se le dilata la vida: se abren silenciosos,
Entre dos instantes, abismos de un sueño interminable:
Como si hubiera aspirado en mí tus veinte años
De existencia,
Me pareció, mientras el árbol aún conservaba
Sus gotas.
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Consagración del artista

Caminamos silenciosos, intimidados, encorvados de miedo,
Y temerosos, ocultamos lo que protegemos en nuestro corazón,
Y decimos palabras que no nos conmueven,
Y, encantados, alabamos cosas muertas.
El alma yace enterrada y ahogada…
Lo descompuesto alumbra pálido por nocturnos caminos…
Y si nos cansamos, que el arte nos enardezca
Hasta que, en el delirio, nos alejemos del vacío suplicio.
Hace poco, mi ojo reparó en el libro del maestro Wolfram
Sobre Parsifal, y ante mí se alzó la maldición
Que del perdido Grial cayó:
“¿¡Desgraciado, qué no preguntaste!?”
Presintiendo con compasión, libera el silencioso suplicio:
Esto es único ¡una consagración de artista!
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Apago la luz

Apago la luz
Con mano púrpura,
Me quito el mundo
Como si fuera un traje de colores
Y me sumerjo en lo oscuro
Desnudo y solo,
El reino profundo
Será mío y yo suyo.
Grandes milagros corren ligeros
A través de la espesura,
Venas de agua saltan
En el sentido más profundo,
Oh, que sigan saltando,
Yo llegaría al centro
Al corazón de la tierra
Cerca de todo, lejos de todo.
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Poética

¡Terrible es este arte! Hilo de mi cuerpo el hilo,
Y este hilo es también mi camino en el aire.
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La señal

Y cómo nos miramos,
Adentrándonos muy hondo el uno en el otro,
Pero nada queda ya:
Ni tan sólo un beso.

Nada queda en el pecho y las mejillas
Nada de todo ese deseo,
Ni siquiera queda una señal
De tanta felicidad.

¡Y si llevaras una señal,
Una señal rojo púrpura,
También palidecería,
Y desaparecería también!

No queda por leer señal alguna
Más que en el fondo de nuestro ser:
Porque lo que fuimos
Nos pertenece hasta la tumba.
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Pregunta

¿Acaso no percibes el temblor de mis labios?
¿Acaso no sabes leer esos pálidos rasgos,
Ni sentir que mi sonrisa es congoja y mentira
Cuando mis miradas, inquisidoras, se ciernen sobre ti?
¿No ansías un hálito de vida,
Un brazo cálido que te lleve lejos
De ese pantano de días yermos, vacíos,
Sobre el que se tejen las pálidas luces, extraviadas?
¿Tan mal leí en tus ojos profundos?
¿No vi brillar cálida, ahí, ninguna ansia secreta?
¿No oculta tu húmeda mirada
Alguna oculta puerta de tu alma? Los deseos que ahí
Dormían,
Como silenciosas rosas en el oleaje, oscuro,
Son como tu palabrería: carentes de alma… ¿Palabras,
Palabras?
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El cuerpo del señor

Envueltas las calles en el repique de campanas, en el
Olor a incienso,
Palpita en ellas una suntuosa festividad
Y atrae por doquier un feliz gentío
Hacia todas las ventanas pero la tuya sigue cerrada.
Así he vertido también yo ante ti
Una variada multitud de sueños,
Contenido del alma:
Apenas lo percibiste, y entonces callé, contrariado
Y esquivo,
Mientras suave dispersa el viento los suaves tonos.
Presta atención: un día se desvanece rápido,
Y vacía y desértica vuelve a estar la calle;
Presta atención: presiento que llegan tiempos
En los que suspirarás por las canciones rechazadas:
Hoy suena para ti, sin pedirlo, un coro de voces,
Cuando un día lo pidas, guardará silencio.
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Posesión

El gran jardín está abierto,
Amplias terrazas silenciosas:
¡Si me dejara conocer todos sus rincones,
Disfrutar de cada recodo!
Alzar la vista desde el suelo de flores,
Hasta el cielo entre las ramas,
A lo largo del arroyo caminar en lo desconocido,
Dejarme llevar por la suave pendiente:
Entonces, sólo entonces llegaré al estanque,
Que en el centro reflejará,
Ante mí, la dicha entera del jardín,
De ensueño unidad, liberada.
¡Mas las miradas profundas sobre
Semejante, plena posesión son escasas!
Entre el encontrar y el perder
Han de ser consideradas divinas.
Todo en uno, piel y centro,
Esa suerte pertenece al sueño…
¡Hondamente aprehendido y poseído!
¿Tendrá esto lugar en la vida?...
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Tercetos acerca de la transitoriedad

Aún me percato de sus respiros en las mejillas:
¿cómo puede ser que estos días cercanos
se hayan ido, para siempre idos, totalmente?

Esto es algo que nadie del todo percibió
y a menudo es tan terrible como para quejarse:
que todo escurrió y huyó

Y que mi propio yo, por nada obstaculizado,
se deslizó sobre un niño pequeño
como un perro inmensamente mudo y extraño.

Entonces: puesto que yo también fui hace cien años
y mis antepasados en la mortaja,
conmigo mis padres son como mi propio pelo,

tan uno conmigo como mi propio pelo.

lunes, 2 de abril de 2018

Nelly Sachs (1891 - 1970) Alemania


Y nadie sabe cómo seguir:

Aquí...

Aquí
donde naufragué en sal,
aquí en el mar
con sus azules niños de pecho,
que se nutren
posesos de luna
en el ama del alma-
aquí en la arena,
que danzaba en el zodíaco,
aquí yace lo cifrado con lo no nacido

apareces
hacia atrás
en el vacío oscureciente,
que en torno a ti espera,
una cesta para ser llenada
con frutas
que van por metálicas vías astrales
o
son expedidas

mi aliento te tiendo
y caigo
para habitar nuevamente en un cardo
que nunca será flor-
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Viene uno...

Viene uno
de lejos
con un idioma
que quizás encierra
el laúd
con el relincho de la yegua
o
con el piar
de los jóvenes mirlos negros
o
también como una crujiente sierra
que trincha toda proximidad-

Viene uno
de lejos
con movimientos del perro
o
quizás de la rata
y es invierno
por tanto vístelo caliente
también puede ser
que tenga fuego bajo las suelas
(quizá cabalgó
sobre un meteoro)
por tanto no lo riñas
si acaso tu alfombra acribillada chilla.

Un extraño lleva siempre
su patria bajo el brazo
como una huérfana
para la que él quizá nada
nada busca sino una tumba.
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Se protegen los amantes

Se protegen los amantes
tras las murallas del cielo.
Un soplo secreto les infunde espíritu
y ellos traen las piedras a la bendición
y son aún hogar
de todo cuanto crece todavía

Se protegen los amantes
y sólo para ellos gorjean los ruiseñores
y no han muerto bajo la sordera
ni sobre las dulces leyendas de los bosques,
y los corzos sufren por ellos mansamente

Se protegen los amantes
y hallan el dolor oculto del sol de los atardeceres
que sangra en la rama de los sauces
y sonrientes en la noche ensayan el morir
la muerte dulce
en la tristeza que fluye en la nostalgia

Se besarán las cumbres
de los montes
cuando los hombres
abandonen
sus cabañas de la muerte
y coronen
–como un arco iris-
el consuelo de los sietes colores
de una tierra que sangra.
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Estamos tan lastimados

Estamos tan lastimados
que creemos morir
si la calle nos arroja una palabra maligna.
La calle no lo sabe,
pero ella no soporta nuestra carga;
no está acostumbrada a que alguien descerraje sobre ella
un Vesubio de dolores.
Los recuerdos de los tiempos antiquísimos fueron extirpados
cuando la luz se hizo artificial,
y los ángeles juegan ya solamente con pájaros y flores
o sonríen en los sueños de un niño que duerme.
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Coro de los consoladores

Somos jardineros y nos hemos quedado sin flores...
No podemos plantar en el ayer un brebaje que sane
nuestro mañana.
En las cunas he envejecido la salvia
ante los nuevos muertos,
y también el ajenjo estuvo amargo ayer.
Las flores del consuelo brotaron para morir temprano
y no alcanzan para el dolor de un niño que llora.
Quizá un nuevo polen
arraigue en el corazón de quien canta en la noche.
¿Quién puede consolar de entre nosotros?
En lo más profundo del desfiladero
abierto entre el mañana y el ayer
un ángel pulveriza con sus alas los rayos del dolor,
pero sus manos mantienen separadas las rocas
del ayer y del mañana
como los bordes de una herida
que debe aún permanecer abierta
y que sanar no puede todavía.
Los rayos del dolor
no dan tregua al campo del olvido

¿Quién puede consolar de entre nosotros?
Jardineros somos,
y nos hemos quedado sin flores,
y estamos sobre una estrella que luce,
y lloramos.
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En las moradas de la muerte

Quién vació la arena de vuestros zapatos...

¿Quién vació la arena de vuestros zapatos
Cuando debíais levantaros de la muerte?
La arena, la que Israel se llevó a casa,
¿Su arena errante?
Arena ardiente del Sinaí,
Confundida con las gargantas de los ruiseñores,
Confundida con las alas de las mariposas,
Confundida con el ansia de polvo de las serpientes,
Confundida con todo lo que se desprendió de la sabiduría de Salomón,
Confundida con el amargor del ajenjo secreto.

Oh vosotros dedos,
Que vaciasteis la arena de los zapatos de los muertos,
¡Mañana seréis polvo vosotros
en los zapatos de los que han de venir!
....................................................................................................
Noche, noche...

Noche, noche,
tú que no estallas en pedazos,
ahora donde el tiempo con el sol viajante
del martirio
en tu manto marino lo profundo se hunde-
la luna de los muertos
el techo de tierra derribado
saca sangre en tu silencio que se coagula-

Noche, noche,
una vez tú fuiste del secreto novia
adornada de lilas de sombra-
en tu oscuro vaso centelleó
la fata morgana de los ansiosos
y el amor hubo puesto su rosa de mañana
por ti para florecer-
Una vez fuiste de las pinturas del sueño
espejo puesto y boca de oráculo-

Noche, noche,
ahora eres el cementerio
para una estrella convertida en espantoso naufragio-
sin habla se hunde el tiempo por debajo de ti
con sus signos:
¡La piedra que se precipita
y la bandera del humo!
.........................................................................................................
El contorno

Queda eso...
con mi mundo saliste
cometa de la muerte.
Va quedando el abrazo
del vacío
un anillo girando
que perdió su dedo.

Otra vez negrura
ante la creación
ley de tristeza.
Deshojado el atolondrado oro
de la noche
que el día se permitió.

La caligrafía de las sombras
como herencia.

Paisajes coloreados de verde
con sus aguas clarividentes
ahogados
en los callejones de las tinieblas.

Cama, silla y mesa
salieron en puntillas del cuarto
tras el cabello de la separación...
Todo ha emigrado contigo
toda mi posesión fue expropiada...

sólo que tú lo que más amo me bebes
las palabras del aliento
hasta que enmudezco
...............................................................................................
Desesperadamente llamas ahora desde la oscuridad
al único hombre—

Espera un instante todavía—
y tú caminas sobre el mar.
El elemento te penetra ya los poros
te hunde y te alza con él
y pronto reencontrada en la arena
y junto a las estrellas esperando huésped que vuela
y en el fuego de la reunión consumido
calma —calma—
...............................................................................................
Puesto que tú...

Puesto que tú
bajo el pie te
das a luz la constelación alada de la huida
arroja un puñado de fuego en tu boca.

Oh palabra de amor encerrada
tú sol ardiente
en la rueda de la noche.

Oh mi sol
yo dentro te modelo
en mi amor casa de la estrella en ocaso
en el refugio de mis golpes de aliento
de esta bandada de suicidios sin ruido.

Muerde mi luz
con el océano, desguarecida huida de sal
aspira clientela del viento
desde el paisaje surgiendo del alma.

Con labios en la piedra de la oración
beso de por vida muerte,
hasta que la cantarina esperma de oro
rompa la roca de la separación.