Yo leo a los maestros

lunes, 10 de octubre de 2011

Tomas Tranströmer (1931 - ) Suecia

SOLSTICIO DE INVIERNO (1996)

Mi ropa irradia

un resplandor azul.

Solsticio de invierno.

Tintineantes panderetas de hielo.

Cierro los ojos.

Hay un mundo sordo,

hay una grieta

por la que los muertos

traspasan la frontera.

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NOCTURNO

Por un pueblo conduzco de noche, las casas aparecen
En el resplandor de mis luces – ellos están despiertos, desean beber.
Casas, galpones, letreros, vehículos abandonados –es ahora
Se visten ellos mismos en vida. La gente duerme:

Algunos pueden dormir en paz, otros con semblantes tensos
Como si estuviesen estrenando para la eternidad
No osan soltarse completos a pesar que su sueños son pesados.
Descansan como barreras caídas cuando cruza el misterio.

Afuera del pueblo el camino se alarga entre los árboles del bosque
Y los árboles los árboles en silencio entre ellos
Tienen el color teatral que tiene el brillo del fuego
¡Qué claras son sus hojas! Me persiguen hasta mi hogar.

Me acuesto a dormir, veo imágenes desconocidas
Y signos suben solos detrás de las pupilas
En la oscuridad de la muralla. En la rendija entre en vela y el sueño
una gran carta intenta colarse en vano.

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ABRIL Y SILENCIO


La primavera yace desierta.

La zanja, oscura como terciopelo

se arrastra junto a mí

sin espejeos.


Tan sólo irradian

las flores amarillas.


Soy llevado en mi sombra

como un violín

en su caja negra.


Lo único que quiero decir

reluce fuera de alcance

como la platería

en la casa de empeños.

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MADRIGAL

Heredé un bosque sombrío donde rara vez voy. Mas llegará un día en que los muertos y los vivos cambien de lugar. Entonces, el bosque se pondrá en movimiento. No estamos sin esperanzas. Los crímenes más difíciles continúan sin aclarar a pesar de los esfuerzos de muchos policías. Del mismo modo, hay en nuestra vida un gran amor sin aclarar. Heredé un bosque sombrío pero hoy yo camino en otro bosque, el luminoso. ¡Todas las criaturas que cantan, serpentean, mueven la cola y se arrastran! Es primavera y el aire es muy fuerte. Tengo un diploma de la universidad del olvido y estoy tan vacío como la camisa que se seca en el cordel.

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SECRETOS EN EL CAMINO


Liviana, vuelve la bofetada de las esferas celestes.

La música, a nuestra sombra, inocente como

el agua de la fuente que sube entre animales salvajes,

artísticamente petrificada alrededor del chorro de agua.

Con las cuerdas disfrazadas de bosque.

Con las cuerdas como el aparejo del aguacero:

la lancha es azotada por los cascos de un aguacero

y en lo íntimo, en el atasco del giroscopio, alegría.

Esta tarde se refleja la bonanza del mundo,

cuando las cuerdas son instaladas, sin que nadie toque.

Inmóviles en la niebla, los árboles del bosque

y la tundra húmeda espejeando en sí misma.

La mitad muda de la música está aquí, como el olor

a resina anda en torno a ramas heridas por el rayo.

En cada hombre, un verano subterráneo.

En el cruce de caminos, una sombra,

y se aleja corriendo, siguiendo la trompeta de Bach.

La piedad inspira súbita cautela. Dejar

su disfraz de yo en esta playa

donde la ola golpea y se retira, golpea

y se retira.

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EL REINO DE LA INSEGURIDAD


La jefa de oficina se inclina y traza una cruz

y oscilan sus pendientes como espadas de

Damocles.

Así como la frágil mariposa se hace invisible en

el suelo

confluye el demonio con el diario abierto.

Un casco que nadie lleva ha tomado el poder.

La tortuga madre huye volando bajo el agua.

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DE MARZO DEL 79’


Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras, pero no lenguaje

parto hacia la isla cubierta de nieve.

Lo salvaje no tiene palabras.

¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones!

Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve.

Lenguaje, pero no palabras.

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C-MAYOR


Cuando bajó a la calle tras la cita de amor
Soplaba la nieve en el aire.
El invierno había llegado
Mientras hacían el amor.
La noche brilló blanca.
Él caminó rápido y alegre.
Toda la ciudad inclinada.
Transeúntes sonrientes-
Todos reían tras los cuellos alzados.
¡¡Era libre!!
Y todos los signos de interrogación cantaron la existencia de Dios
Eso creía él.
Una música estalló
Y cruzó en la nieve arremolinada
Con largos pasos.
Todo en camino del tono C
Un tembloroso compás dirigido a C.
Una hora sobre las heridas.
¡Era fácil!
Todos reían tras los cuellos alzados.

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LA GÓNDOLA FÚNEBRE
(Fragmento)

Y detrás de mí
-más allá de las aguas
relucientes como plomo-
la otra costa
y ellos, los que reinaban.
Seres con futuro
en lugar de rostros.
Soy llevado en mi sombra
como un violín
en su negra caja.
Lo único que quiero decir
reluce fuera de alcance
como la plata
en casa del prestamista.

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LAMENTO


Él apartó la pluma.
Quedó quieta en la mesa.
Quedó quieta en el vacío.

¡Demasiado lo que no se puede escribir ni callar!
Está paralizado por algo que sucede muy lejos
aunque la milagrosa mochila late como un corazón.

Afuera está el verano.
Del verdor llegan trinos —¿personas o pájaros?
Y el guindo en flor palmea los camiones que llegaron a casa.

Pasan semanas.
Se hace lentamente noche.
Las polillas en la ventana:
pequeños, pálidos telegramas del mundo.

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