Yo leo a los maestros

jueves, 6 de agosto de 2020

Luis Vidales (1904 - 1990) Colombia


El gato

El gato se acomoda
en el hueco del sueño.

Lo miro con tristeza
porque dormirse
es lo mismo
que perder un mundo.

Indolente
estila posturas dentro de su forma
como esculpiendo
fugitivas figuras
de gatos.

Oigo el tardo
envolver el ovillo de su música.

Y esto he comprendido.
A la hora en que los gatos duermen
–afuera– en los tejados
andan las sombras solas.
Gatos negros
que caen de la luna.
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Oración de los bostezadores

Dedicado a Leo Le Gris
Bostezador

SEÑOR
Estamos cansados de tus días
y tus noches.
Tu luz es demasiado barata
y se va con lamentable frecuencia.
Los mundos nocturnales
producen un pésimo alumbrado
y en nuestros pueblos
nos hemos visto precisados a sembrarle a la noche
un cosmos de globitas eléctricas.

Señor.
Nos aburren tus auroras
y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?

Señor.
Deja que ahora
el mundo gire al revés
para que las tardes sean por la mañana
y las mañanas sean por la tarde.
O por lo menos
–Señor–
si no puedes complacernos
entonces
–Señor–
te suplicamos todos los bostezadores
que transfieras tus crepúsculos
para las 12 del día.
Amén.
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Teoría de las puertas

Soy alguien dado a investigaciones científicas. 
Ultimamentehe descubierto una teoría de equilibrio.
 Ante todos los sabios del mundo yo siento mi teoría de
equilibrio.
Cuando una puerta se abre, la puerta equidistante, al otro
lado del mundo, se cierra irremisiblemente.
Por esto–y todos lo hemos visto de golpe, las puertas se cierran solas.
El día que todas las puertas se abrieran a una vez, el mundo
quedaría lleno de huecos y el viento se entraría en ellos y se
llevaría a la tierra por los espacios ilímites…
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Las nubes

Las nubes son almas de mujeres
que perecieron ahogadas.
Mentira
Las nubes son las ropas blancas
que el viento se lleva
de los alambres de los patios.
también mentira.
Porqué
-¿ Las nubes?-
Naciones que hacen el mapa del cielo.
Continentes
paises
islas
las manchas blancas de las nubes.
¡oh! mi patria
mi única patria.
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Los ruidos

Ruidos de los cafés
que se escapan por las bocinas de los teléfonos.
Ruidos maravillosos de las casas.
Yo sé que cada casa
tiene sus ruidos especiales.
Así conozco la casa de mi amigo
y reconozco la mía
—de lejos—
entre la aglomeración de construcciones.
Ruidos en la ciudad que sólo es calles
y calles
en la ciudad que está de espaldas
volteada hacia adentro
hacia los interiores de las casas.
Ruidos de la época de las cavernas
que andan todavía en el mundo.
Ruidos.
Vosotros vagáis locos
buscando una salida
pero al igual que yo
no habéis podido encontrarla.
Ruidos.
Y ya lo mejor será
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Las hojas

El viento vira en los aires
sobre la hélice de la hoja.
Nadie ha visto el viento
pero las hojas van señalando su rumbo.
Da tristeza.
Para que el vuelo de las hojas
fuera a su gusto
todas deberían ir provistas
de motorcitos de mariposa.
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Los fantasmas del aire

Veníamos a construir nuestro olvido
al más secreto rincón de la casa
sin saber que en nuestros brazos
teníamos aprisionado el fantasma
alguien dijo no hay aparecidos
aparecidos tú y tu amiga
y supimos que un desconocido nos abriga
y guarda la reserva
¿quién pues dejó caer el corazón del universo
en la ola que pasa?
el trueno abre los granos en la era
y el girasol orienta
su campo electromagnético
¿y quién pues lo ha visto?
¿quién pues lo palpa?
así tú y yo bajo este inmenso halo
veníamos a construir nuestro olvido
sin saber que en nuestros brazos
teníamos aprisionado el fantasma
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Aquel que vive

Si veo una flor ella se refleja en mí que soy su espejo
si te miro en mí estás porque tengo la facultad del agua
no se quien sea más fugaz el día o yo
corres nube lucero hoja pero no me alcanzas
mañana cuando te encuentre cielo de plétora
ya iré más lejos que tú
cuánto rezago ya cuánta sobra
y yo cristalino no muestro lo copiado
manso río del aire oculto río
atrás o delante de mí?
cuán bello en el capullo el balbucir del olvido
con el color y el aroma que lo lleva en la entraña
cuán bello rosa árbol día eternidad
y yo sin dejarme alcanzar o ya muerto?
o ya vivo?
el fruto en el árbol vaya inocencia ignora
que es el ahorcado
y sin embargo esto aquello yo
todo vive en su vida para eterna memoria.
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Oímos a veces un canto …

Oímos a veces un canto
bajo la delgada piel del alma, ¿es ésta acaso su voz?
En su huso de luceros teje su tela la vida
y ya no sé cómo me vistes, árbol, flor;
cómo, cielo de hoy, sigues mansamente mi ruta,
ni cómo darle al verso este olor a limón.
Eternidad del oleaje, la curvatura del pétalo
le da la vuelta a la rosa en la curvatura del cosmos,
y he aquí que en la ancha sala del aire
nuestra voz sabe pulir sus ánforas.
Oímos a veces un canto …
La noche duerme al fondo del amor.
La noche. Y el hijo como beso crecido.
Oímos a veces un canto en la provincia del corazón.
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Aquí, la casa vacía

A las 2 de la tarde se le ha perdido el número en la lluvia
y entre los árboles la casa tiene el martes carcomido
una voz que pretende haber llegado de quién sabe qué planeta
se reduce hasta ser un vientecillo convencido de que es hoja
desde el fondo del ser no muy adentro hay un bramido
que insiste en echarle cal de otros días a la casa
nada es posible nada
cuando la rueda del tiempo ya no muele
y su inmenso caballo relincha a la orilla del río
un salto a las 2 y media y otra vez la claridad
haciéndonos creer que es distinta a la de hace millones de años
todo parece haber cambiado pero detrás de esta casa
en medio de las cosas insistentes
día y noche desde el principio del mundo de los vivos
el pino espera al ahorcado.
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Cuadrito de movimiento

Estoy en la ventana.
Pequeñito
el paisaje soporta encima
todo el enorme peso de la lejanía.

¡Oh! si dan ganas
de domesticar el paisaje
y amaestrarlo con docilidad
hasta que se le pueda poner un marco
y así
-completamente civilizado-
tenerlo colgado en la biblioteca.
Y entonces
-mientras yo leyera el libro nuevo
sentado en el sillón giratorio-
resultaría sumamente agradable
alzar la vista de improviso
y ver que en el cuadrito llovía-
o hacía sol -o hacía viento-
o empezaban a salir las primeras estrellas.

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