Yo leo a los maestros

viernes, 29 de mayo de 2009

VINICIUS DE MORAES (1913 - 1980) Brasil

LA ROSA DE HIROSHIMA

Piensen en la criaturas
Mudas telepáticas
Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero ¡oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.
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MENSAJE A LA POESÍA
(fragmento)

No puedo
No es posible
Díganle que es totalmente imposible
Ahora no puede ser
Es imposible
No puedo

Díganle que estoy tristísimo, pero esta noche no puedo ir a su encuentro.
Cuéntenle que hay millones de cuerpos por enterrar
Muchas ciudades por reconstruir, mucha pobreza en el mundo;
Cuéntenle que hay en alguna parte del mundo una criatura llorando
Y las mujeres están volviéndose locas y hay legiones de ellas que tortura
la nostalgia de sus hombres; cuéntenle que hay un vacío
en los ojos de los parias, cuya inanición es extrema; cuéntenle
que la vergüenza, la deshonra, el suicidio, rondan el hogar
y que se quiere reconquistar la vida.
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MUJER AL SOL

Una mujer al sol es todo mi deseo,
viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz
y la flor de los labios abierta para el beso
y en la piel refulgente el polen de la luz.

Una hermosa mujer, los senos en reposo
y caliente de sol, nada más se precisa.
El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa
en la flor de los labios, abierta para el gozo.

Una mujer al sol sobre quien yo me arroje
y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,
y que al someterse se enfurezca y solloce,

e intente rechazarme, y que al sentirme ausente
me busque nuevamente y se quede a dormir
cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.
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SUSPENSIÓN

Fuera de mí, en el espacio, errante,
la música doliente de un vals;
mí, profundamente en mi ser,
la música doliente de tu cuerpo;
y en todo, viviendo el instante de todas las cosas,
la música de la noche iluminada.
El ritmo de tu cuerpo en mi cuerpo...
El giro suave del vals lejano, indeciso...
Mis ojos bebiendo tus ojos, tu rostro.
Y el deseo de llorar que viene de todas las cosas.
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AUSENCIA

Dejaré que muera en mí el deseo
de amar tus ojos dulces,
porque nada te podré dar sino la pena
de verme eternamente exhausto.
No obstante, tu presencia es algo
como la luz y la vida.
Siento que en mi gesto está tu gesto
y en mi voz tu voz.
No quiero tenerte porque en mi ser
todo estará terminado.
Sólo quiero que surjas en mí
como la fe en los desesperados,
para que yo pueda llevar una gota de rocío
en esta tierra maldita
que se quedó en mi carne
como un estigma del pasado.
Me quedaré... tu te irás,
apoyarás tu rostro en otro rostro,
tus dedos enlazarán otros dedos
y te desplegarás en la madrugada,
pero no sabrás que fui yo quien te logró,
porque yo fui el amigo más íntimo de la noche,
porque apoyé mi rostro en el rostro de la noche
y escuché tus palabras amorosas,
porque mis dedos enlazaron los dedos
en la niebla suspendidos en el espacio
y acerqué a mí la misteriosa esencia
de tu abandono desordenado.
Me quedaré solo como los veleros
en los puertos silenciosos.
Pero te poseeré más que nadie
porque podré irme
y todos los lamentos del mar,
del viento, del cielo, de las aves,
de las estrellas, serán tu voz presente,
tu voz ausente, tu voz sosegada.
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LA BRUSCA POESÍA DE LA MUJER AMADA

Lejos de los pescadores los ríos interminables
van muriendo de sed lentamente…
Fueron vistos caminando de noche hacia el amor
-¡oh, la mujer amada es como una fuente!
La mujer amada es como el pensamiento del filósofo
que sufre
La mujer amada es como el lago que duerme en el cerro
perdido.
¿Pero quién es esa misteriosa que es como un cirio
crepitando en el pecho,
Esa que tiene ojos, labios y dedos de formas inexistentes?
Por el trigo naciente en los campos de sol la tierra
amorosa elevó el rostro pálido de los lirios
Y los labradores se fueron convirtiendo en príncipes
de manos delicadas y rostros cambiantes…
Oh, la mujer amada es como la ola solitaria que se forma
distante de las playas,
Posada mucho más allá del fondo estará la estrella.
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POEMA DE NACIMIENTO

Para eso fuimos hechos:
Para recordar y ser recordados
Para llorar y hacer llorar
Para enterrar nuestros muertos -
Por eso tenemos brazos largos para los adioses
Manos para coger lo que fue dado
Dedos para cavar la tierra.

Así será nuestra vida:
Una tarde siempre olvidándose
Una estrella apagándose en la sombra
Un camino entre dos túmulos -
Por eso precisamos velar
Hablar bajo, pisar leve, ver
La noche dormir en silencio.

No hay mucho que decir:
Una canción sobre una cuna
Un verso, tal vez, de amor
Una oración por quien se va -
Que esa hora no se olvide
Y por ella nuestros corazones
Se entreguen, graves y simples.

Pues para eso fuimos hechos:
Para esperar el milagro
Para participar de la poesía
Para ver la cara de la muerte -
De repente nunca más esperaremos…
Hoy la noche es joven; de la muerte sólo
Nacemos, inmensamente.
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RECETA DE MUJER

Las muy feas que me perdonen
Mas la belleza es fundamental. Es preciso
Que haya en todo eso algo de flor
Algo de baile, algo de haute couture
En todo eso (o si no
Que la mujer se socialice elegantemente en azul como
en la República Popular China).
No hay término medio posible. Es preciso
Que todo eso sea bello. Es preciso que de pronto
Se tenga la impresión de ver una garza apenas posada
y que un rostro
De vez en cuando adquiera ese color único del tercer
minuto de la aurora.
Es preciso que todo eso sea sin ser, pero que se refleje
y florezca
En el mirar del hombre. Es preciso, es absolutamente
preciso
Que sea todo bello e inesperado. Es preciso que unos
párpados cerrados
Recuerden un verso de Eluard y que en unos brazos se
acaricie
Algo más allá de la carne: que se los toque
Como el ámbar de una tarde. Ah, déjenme decir
Que es preciso que la mujer que está allí como la corola
ante el pájaro
Sea bella o tenga por lo menos un rostro que recuerde un
templo y
leve como un resto de nube: mas que sea una nube
Con ojos y nalgas. Lo de las nalgas es importantísimo.
De los ojos, entonces
Ni decirlo: que miren con cierta maldad inocente. Una
boca
Fresca (nunca húmeda) es también de extrema
pertinencia.
Es preciso que las extremidades sean flacas;
que unos huesos
Sobresalgan, especialmente la rótula en el cruzar de
piernas, y las puntas pélvicas.
Cuando se enlaza una cintura ondeante.
Gravísimo es sin embargo el problema de los huesos
claviculares: una mujer sin ellos
Es como un río sin puentes, Indispensable
Que haya una hipótesis de barriguita, y en seguida
La mujer se alce en cáliz, y que sus senos
Sean una expresión greco romana, más que gótica o
barroca
Y puedan ilumniar la oscuridad con una potencia mínima
de 5 bujías.
Es muy menester que calavera y columna vertebral
Casi se muestren; y que exista un gran latifundio dorsal!
Que los miembros terminen como tallos, y bien haya un
cierto volumen de muslos
Y que sean lisos, lisos como pétalo y cubiertos de
suavísima pelusa
Sensibles, sin embargo, a la caricia o contrapelo,
Es aconsejable en la axila una dulce gramilla con aroma
propio
Casi imperceptible (un mínimo de productos
farmacéuticos!)
Preferibles sin duda los pescuezos largos
De modo que la cabeza dé a veces la impresión
De ser ajena al cuerpo, y la mujer no recuerde
Flores sin misterio. Pies y manos deben contener
elementos góticos
Discretos. La piel debe ser fresca en las manos, brazos,
dorso y rostro
Pero que las concavidades y los huecos tengan una
temperatura nunca inferior
A los 37 grados, pudiendo eventualmente provocar
quemaduras
De primer grado. Los ojos, que sean de preferencia
grandes
Y su rotación al menos tan lenta como la de la tierra; y
Que estén siempre más allá de un invisible muro de
pasión
Que es preciso traspasar. Que la mujer sea en principio
alta
O, si baja, que tenga la actitud mental de las altas
cumbres.
Ah, que la mujer dé siempre la impresión de que, si
cerráramos los ojos.
Al abrirlos ella ya no estaría presente
Con su sonrisa y sus enredos. Que ella surja, no que venga;
que parta, no que se vaya
Y que posea una cierta capacidad de enmudecer
súbitamente y hacernos beber
La hiel de la duda. Oh, sobre todo
Que no pierda nunca, no importa en qué mundo
No importa en qué circunstancias, su infinita volubilidad
De pájaro; y que acariciada en el fondo de sí misma
Se transforma en fiera sin perder su gracia de ave; y
que exhale siempre
El perfume imposible; y destile siempre
La embriagadora miel; y cante siempre el inaudible canto
De su combustión; y no deje de ser nunca la eterna
bailarina
De lo efímero; y en su incalculable imperfección
Constituya la cosa más bella y más perfecta de toda la
creación innumerable.
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EL HABER

Resta, sobre todo, esta capacidad de ternura
esta intimidad perfecta con el silencio
esta voz entrañable pidiendo perdón a todo:
—¡Piedad! porque ellos no tienen la culpa de haber nacido...

Resta este antiguo respeto por la noche, este hablar bajito
esta mano que tantea antes de tomar, este miedo
de herir tocando, esta fuerte mano de hombre
llena de mansedumbre hacia todo lo que existe.

Resta la inmovilidad, esta economía de gestos
esta inercia cada vez mayor ante el infinito
este balbuceo infantil de quien quiere expresar lo inexpresable
este irreductible rechazo a la poesía no vivida.

Resta la comunión con los sonidos, este sentimiento
de la materia en reposo, esta angustia de la simultaneidad
del tiempo, esta lenta descomposición poética
en busca de una sola vida, una sola muerte, un solo Vinicius.

Resta este corazón quemándose como un cirio
en una catedral en ruinas, esta tristeza
ante lo cotidiano; o esta súbita alegría
de oír pasos en la noche que se pierden sin memoria...

Restan las ganas de llorar que despierta la belleza
esta cólera ante la injusticia y el desencuentro
esta inmensa pena de uno mismo, esta inmensa
pena de uno mismo y de su fuerza inútil.

Resta este sentimiento de la infancia arrancado
a pequeños absurdos, esta tonta capacidad
de reír sin motivo, este ridículo deseo de ser útil
y este coraje para comprometerse sin necesidad.

Resta la distracción, la disponibilidad, este dejarse estar
de quien sabe que todo ya fue como es en lo que vendrá
y al mismo tiempo estas ganas de servir, esta contemporaneidad
con el mañana de los que no tuvieron ayer ni hoy.

Resta la facultad inconmovible de soñar
de transformar la realidad, dentro de esa incapacidad
de no aceptarla sino como es, y esta visión amplia
de los acontecimientos, y esta impresionante

E innecesaria preciencia, y esta memoria anterior
de mundos inexistentes, y este heroísmo
estático, y esta pequeñísima luz indescifrable
a la que los poetas dan a veces el nombre de esperanza.

Resta el deseo de sentirse igual a todos
de reflejarse en miradas sin curiosidad y sin historia
resta esta pobreza intrínseca, esta vanidad
de no querer ser príncipe sino del propio reino.

Resta este diálogo diario con la muerte, esta curiosidad
ante el momento que vendrá, cuando, apresurada
ella entreabra mi puerta como una vieja amante
sin saber que es mi última novia.
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POÉTICA II

Con lágrimas de tiempo
Y la cal de mis días
Yo hice el cemento
De mi poesía.

Y en la perspectiva
De vida futura
Erguí en carne viva
Su arquitectura.

No sé bien si es casa
Si es torre o templo:
(Un templo sin Dios).

Pero es grande y clara
Pertenece a su tiempo
–¡Entrad, hermanos míos!
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