Yo leo a los maestros

sábado, 25 de abril de 2009

ANTONIN ARTAUD (1896 - 1948) Francia

Junto a mí, el dios-perro

Junto a mí, el dios-perro, y su lengua
atravesando como una flecha la costra
del doble cráneo abovedado
de la tierra que lo escuece.

He aquí el triángulo de agua
caminando con su paso de chinche,
pero que bajo la chinche ardiente
se da vuelta como un cuchillo.

Bajo los senos de la tierra odiosa
la perra-dios se ha retirado,
senos de tierra y de agua helada
que hacen pudrir su lengua hueca.

He aquí la virgen-del-martillo,
para moler los sótanos de tierra
cuyo horrible nivel el cráneo
del perro estelar siente subir.
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POETA NEGRO

Poeta negro, te obsesiona
un seno de doncella
poeta amargo, la vida se agita
y arde la ciudad
y el cielo se diluye en agua,
y tu pluma punza el corazón de la vida.

Selva, selva, ojos irisados
sobre pináculos que se multiplican
hilos de tormenta, los poetas
montan caballos, montan perros.

Los ojos se enardecen, las lenguas giran
el cielo fluye hacia las fosas nasales
como una leche azul y nutritiva;
estoy atento a sus bocas
mujeres, rígidos corazones de vinagre.
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ALLÍ DONDE TIEMBLAN

Allí donde tiemblan vitriolos vivientes
los poetas elevan sus manos,
el cielo ídolo sobre las mesas
se vuelve sobre sí mismo, y el fino sexo

empapa una lengua de hielo
en cada agujero, en cada lugar
que al avanzar el cielo deja libre.

El suelo está emparedado de almas
y de mujeres con un sexo hermoso
donde los minúsculos cadáveres
reflejan sus momias.
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NOCHE

Los mostradores del cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.

En los odres de las sábanas hinchadas
en los que respira la noche entera
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.

El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el suelo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.

Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresca,
el vientre está bien.

Mira como se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra
la vida está vacía,
la cabeza está lejos.

En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.

En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.

Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.

En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.

Porque aquí se cuestiona la Vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan los cráneos
de la asamblea aérea.

El Verbo brota del sueño
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.

El vaso y el vientre chocan:
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.

El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.

La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.
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SEGUNDA CARTA CONYUGAL

Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada, y cuya alma agitada y oscura no alimentara continuamente mi desesperación. Los últimos tiempos te veía siempre con un sentimiento de temor e incomodidad. Sé muy bien que tus inquietudes por mí son a causa de tu amor, pero es tu alma enferma y malformada como la mía la que exaspera esas inquietudes y te corrompe la sangre. No quiero seguir viviendo contigo bajo el miedo.

Agregaré que además necesito unas mujer que sea mía exclusivamente, y que pueda encontrar en todo momento en mi casa. Estoy aturdido de soledad. Por la noche no puedo regresar a un cuarto solo sin tener a mi alcance ninguna de las comodidades de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito enseguida, y una mujer que se ocupe de mí permanentemente, incapaz como soy de ocuparme de nada, que se ocupe de mí hasta de los más insignificante. Una artista como tú tiene su vida y no puede hacer otra cosa. Todo lo que te digo es de una mezquindad atroz, pero es así. No es preciso siquiera que esa mujer sea hermosa, tampoco quiero que tenga una excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado. Con que se apegue a mí es suficiente.

Pienso que sabrás reconocer la enorme franqueza con que te hablo y sabrás darme la siguiente prueba de tu inteligencia: comprender muy bien que todo lo que te digo no rebaja en nada la profunda ternura, y el indecible sentimiento de amor que te tengo y seguiré teniendo inalienablemente por ti, pero ese sentimiento no guarda ninguna relación con el devenir corriente de la vida. La vida es para vivirse. Son demasiadas las cosas que me unen a ti para que te pide que lo nuestro se rompa; sólo te pido que cambiemos nuestras relaciones, que cada uno se construya una vida diferente, pero que no nos desunirá más.
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CORRESPONDENCIA DE LA MOMIA

Esa carne que ya no se tocará en la vida, esa lengua que ya no logrará abandonar su corteza, esa voz que ya no pasará por las rutas del sonido, esa mano que ha olvidado hasta el ademán de tomar, que ya no logra determinar el espacio en el que ha de realizar su aprehensión, ese cerebro en fin cuya capacidad de concebir ya no se determina por sus surcos, todo eso que constituye mi momia de carne fresca da a dios una idea del vacío en que la compulsión de haber nacido me ha colocado. Ni mi vida es completa ni mi muerte ha fracasad0 completamente. Físicamente no existo, por mi carne destrozada, incompleta, que ya no alcanza a nutrir mi pensamiento. Espiritualmente me destruyo a mí mismo, ya no me acepto como vivo. Mi sensibilidad está a ras del suelo, y poco falta para que salgan gusanos, la gusanera de las construcciones abandonadas.Pero esa muerte es mucho más refinada, esa muerte multiplicada de mí mismo reside en una especie de rarefacción de mi carne. La inteligencia ya no tiene sangre. El calamar de las pesadillas da toda su tinta, la que obstruye las salidas del espíritu; es una sangre que ha perdido hasta sus venas, una carne que ignora el filo del cuchillo.Pero de arriba a abajo de esta carne agrietada, de esta carne no compacta, circula siempre el fuego virtual. Una lucidez enciende de hora en hora sus ascuas que retornan a la vida y sus flores. Todo lo que tiene un nombre bajo la bóveda compacta del cielo, todo lo que tiene un frente, lo que es el nudo de un soplo y la cuerda de un estremecimiento, todo eso pasa en las rotaciones de ese fuego en el que se asemejan las olas de la carne misma, de esa carne dura y blanda que un día crece como un diluvio de sangre.La habéis visto a la momia fijada en la intersección de los fenómenos, esa ignorante, esa momia viviente que lo ignora todo de las fronteras de su vacío, que se espanta de las pulsaciones de su muerte.La momia voluntaria se halla levantada, y a su alrededor se agita toda realidad. La conciencia como una tea de discordia, recorre el campo entero de su virtualidad obligada.Hay en esa momia una pérdida de carne, hay en el sombrío lenguaje de su carne intelectual toda una impotencia para conjurar esa carne. Ese sentido que recorre las venas de esa carne mística, en la que cada sobresalto es un modo de mundo y otra especie de engendrar, se pierde y se devora a sí misma en la quemadura de una nada errónea.¡Ah! ser el padre nutricio de esa sospecha, el multiplicador de ese engendrar y de ese mundo en su devenir, en sus consecuencias de flor.Pero toda esa carne es sólo comienzos y ausencias y ausencias y ausencia...Ausencias.
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TEXTO SURREALISTA

El mundo fisíco todavía está allí. Es el parapeto del yo el que mira y sobre el cual ha quedado un pez color ocre rojizo, un pez hecho de aire seco, de una coagulación de agua que refluye.Pero algo sucedió de golpe.Nació una arborescencia quebradiza, con reflejos de frentes, gastados, y algo como un ombligo perfecto, pero vago y que tenía color de sangre aguada y por delante era una granada que derramaba también sangre mezclada con agua, que derramaba sangre cuyas líneas colgaban; y en esas líneas, círculos de senos trazados en la sangre del cerebro.Pero el aire era como un vacío aspirante en el cual ese busto de mujer venía en el temblor general, en las sacudidas de ese mundo vítreo, que giraba en añicos de frentes, y sacudía su vegetación de columnas, sus nidadas de huevos, sus nudos en espiras, sus montañas mentales, sus frontones estupefactos. Y, en los frontones de las columnas, soles habían quedado aprisionados al azar, soles sostenidos por chorros de aire como si fueran huevos, y mi frente separaba esas columnas, y el aire en copos y los espejos de soles y las espiras nacientes, hacia la línea preciosa de los seno, y el hueco del ombligo, y el vientre que faltaba.Pero todas las columnas pierden sus huevos, y en la ruptura de la línea de las columnas nacen huevos en ovarios, huevos en sexos invertidos.La montaña está muerta, el aire esta eternamente muerto. En esta ruptura decisiva de un mundo, todos los ruidos están aprisionados en el hielo; y el esfuerzo de mi frente se ha congelado.Pero bajo el hielo un ruido espantoso atravesado por capullos de fuego rodea el silencio del vientre desnudo y privado de hielo, y ascienden soles dados vuelta y que se miran, lunas negras, fuegos terrestres, trombas de leche.La fría agitación de las columnas divide en dos mi espíritu, y yo toco el sexo mío, el sexo de lo bajo de mi alma, que surge como un triángulo en llamas.
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LOS ENFERMOS Y LOS MÉDICOS

La enfermedad es un estado,
la salud no es sino otro,
más desagraciado,
quiero decir más cobarde y más mezquino.
No hay enfermo que no se haya agigantado,
no hay sano que un buen día no haya caído en la traición, por
no haber querido estar enfermo, como algunos médicos que
soporté.

He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar
estándolo.
pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios sobre la
plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que: BASTA LA SALUD

Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque
es espantoso.
Espantoso, espanto, formado de espantoso.

Curar una enfermedad es criminal
Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso
que la vida
Lo feo con-suena . Lo bello se pudre.

Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína
o morfina.
Y es necesario amar el espanto de las fiebres,
la ictericia y su perfidia
mucho más que toda euforia.

Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
-pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta
años que tengo de vida-
me darámi opio,
-este ser-
éste
cabeza ardiente que llegaré a ser,
opio de la cabeza a los pies.
Pues,
la cocaína es un hueso,
la heroína, un superhombre de hueso.

Ca itrá la sará cafena
Ca itrá la sará cafá

y el opio es esta cueva
esta momificación de sangre cava ,
este residuo de esperma de cueva,
esta excrementación de viejo pillete,
esta desintegración de un viejo agujero,
esta excrementación de un pillete,
minúsculo pillete de ano sepultado,
cuyo nombre es:
mierda, pipí,
Con-ciencia de las enfermedades.
Y, opio de padre a higa,
higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
es necesario que su polvillo vuelva a ti
cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.

Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los médicos,
-que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de
enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado.
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NO PODEMOS VIVIR ETERNAMENTE

No podemos vivir eternamente
rodeados de muertos
y de muerte.
Y si todavía quedan prejuicios
hay que destruirlos
"el deber"
digo bien
EL DEBER
del escritor, del poeta, no es ir a
encerrarse cobardemente en un texto,
un libro, una revista de los que ya
nunca más saldrá, sino al contrario
salir afuera
para sacudir
para atacar
al espíritu público
si no
¿para qué sirve?
¿Y para qué nació?
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DESCRIPCIÓN DE UN ESTADO FÍSICO

Una sensación de quemadura ácida en los miembros,
músculos retorcidos e incendiados, el sentimiento de ser un vidrio frágil,
un miedo, una retracción ante el movimiento y el ruido.
Un inconsciente desarreglo al andar, en los gestos,
en los movimientos.
Una voluntad tendida en perpetuidad para los más simples gestos,
la renuncia al gesto simple, una fatiga sorprendente y central,
una suerte de fatiga aspirante. Los movimientos a rehacer,
una suerte de fatiga mortal, de fatiga espiritual
en la más simple tensión muscular, el gesto de tomar, de prenderse inconscientemente
a cualquier cosa, sostenida por una voluntad aplicada.

Una fatiga de principio del mundo, la sensación de estar cargando el cuerpo, un sentimiento de increíble fragilidad, que se transforma en
rompiente dolor, un estado de entorpecimiento doloroso, de entorpecimiento localizado en la piel, que no prohíbe ningún movimiento, pero
que cambia el sentimiento interno de un miembro, y a la simple posición vertical le otorga el premio de un esfuerzo victorioso.
Localizado probablemente en la piel, pero sentido como la supresión radical de un miembro y presentando al cerebro sólo imágenes de
miembros filiformes y algodonosos, lejanas imágenes de miembros nunca
en su sitio.
La suerte de ruptura interna de la correspondencia de todos los nervios.

Un vértigo en movimiento, una especie de caída oblicua acompañando cualquier esfuerzo, una coagulación de calor que encierra toda la
extensión del cráneo, o se rompe a pedazos, placas de calor
nunca quietas.
Una exacerbación dolorosa del cráneo, una cortante presión de los nervios, la nuca empeñada en sufrir, las sienes que se cristalizan o se
petrifican, una cabeza hollada por caballos.

Ahora tendría que hablar de la descoporización de la realidad, de esa especie de ruptura aplicada, que parece multiplicarse ella misma
entre las cosas y el sentimiento que producen en nuestro espíritu, el sitio que se toman. Esta clasificación instantánea de las cosas en las células
del espíritu, existe no tanto como un orden lógico, sino como un orden sentimental, afectivo.
Que ya no se hace: las cosas no tienen ya olor, no tienen sexo.
Pero su orden lógico a veces se rompe por su falta de aliento afectivo.
Las palabras se pudren en el llamado inconsciente del cerebro, todas las palabras por no importa qué operación mental, y sobre todo aquellas
que tocan los resortes más habituales, los más activos del espíritu.

Un vientre aplanado.
Un vientre de polvo fino y como en foco. Debajo del vientre una granada reventada.
La granada expande un flujo de copos que se eleva como lenguas de fuego, un fuego helado. El flujo se
agarra del vientre y lo hace girar.
Pero el vientre no da más vueltas. Son venas de sangre como vino, de sangre combinada con azufre y azafrán pero con un azufre endulzado con
agua.

Sobre el vientre sobresalen los senos. Y más hacia arriba y en profundidad, pero en otro plano del espíritu un sol enardecido de manera que
se podría pensar que es el seno el que arde. Y un pájaro
al pie de la granada.
El sol parece que tuviera una mirada.
Pero una mirada que estaría mirando el sol.
Y el aire todo es una como una melodía gélida pero una extensa, honda melodía bien compuesta
y secreta y colmada de ramificaciones congeladas.
Y todo construido con columnas, y con una especie de aguada arquitectónica que une el vientre con la realidad.
La tela está ahuecada y estratificada.
La pintura está muy prensada a la tela.
Es como un círculo que se cierra sobre sí mismo, una suerte de abismo
en movimiento que se parte por el medio.
Es como un espíritu que se ve y se ahueca, está modelado y trabajado
sin cesar por las manos crispadas del espíritu.

Mientras tanto el espíritu siembra su fósforo. El espíritu está seguro. Tiene un pie bien apoyado en este mundo.
El vientre, los senos, la granada, son como evidencias testimoniales de la realidad. Hay un pájaro muerto y hay un abundante surgimiento de columnas.
El aire está plagado de golpes de lápices como de golpes de cuchillos, como de esquirlas
de uña mágica.
El aire está suficientemente alterado. Así donde germina una semilla de irrealidad
se dispone en células.
Las células se colocan cada una en su lugar, en abanico, rodeando el vientre,
delante del sol más lejos del pájaro y sobre ese flujo de agua sulfurosa.
Pero la arquitectura que sostiene y no dice nada es indiferente a las células.
Cada célula contiene un huevo donde se destaca el germen.
Repentinamente nace un huevo en cada célula. En cada uno hay un hormigueo inhumano pero límpido,
las diversificaciones de un universo detenido.
Cada célula contiene bien su huevo y nos lo ofrece; pero al huevo no le importa demasiado
ser elegido o rechazado.
Algunas células no llevan huevo. En algunas crece una espiral.
Y en el aire cuelga una espiral más grande pero como azufrada, de fósforo todavía y cubierta
de irrealidad.
Y esta espiral tiene toda la relevancia del pensamiento más potente.
El vientre lleva a recordar la cirugía y la Morgue, la bodega, la plaza pública
y la mesa de operaciones.
El cuerpo del vientre parece tallado en granito o en mármol o en yeso,
pero un yeso endurecido.
Hay un casillero para una montaña.
Las burbujas del cielo dibuja sobre la montaña
una aureola fresca y translúcida. Alrededor de la montaña el aire es sonoro, compasivo,
antiguo, prohibido.
La entrada a la montaña está prohibida. La montaña tiene su lugar en el alma.
Ella es el horizonte de algo que no deja de retroceder.
Produce la impresión del horizonte infinito.
Y yo describo con lágrimas esta pintura porque esta pintura me toca el corazón.
En ella siento desplegarse mi pensamiento como en un espacio ideal,
absoluto, pero un espacio que tendría una forma posible de ser insertada en la realidad.
Caigo en ella del cielo.
Y alguna de mis fibras se desata y encuentra un lugar en determinados casilleros.
A ella regreso como a mi fuente,
allí siento el lugar y la disposición de mi espíritu.
El que ha pintado esa tela es el más grande pintor del mundo.
A André Mason lo que es justo.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu blog y felicidades por incluir a Antonin Artaud.

quería solicitarte una lista de los mejores poetas dedicados a la cuestión amorosa.

A mi me gusta mucho Eluard, Apollinaire, salinas, Keats... pero me gustaría conocer a más que traten el amor.

gracias compañero.

Isaac Arocas