Yo leo a los maestros

sábado, 2 de mayo de 2015

Blas de Otero (1916 - 1979) España


A la inmensa mayoría

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.

Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.

Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad.  Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
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Fidelidad

Creo en el hombre. He visto 
espaldas astilladas a trallazos, 
almas cegadas avanzando a brincos 
(españas a caballo 
del dolor y del hambre). Y he creído.
 
Creo en la paz. He visto 
altas estrellas, llameantes ámbitos 
amanecientes, incendiando ríos 
hondos, caudal humano 
hacia otra luz: he visto y he creído.
 
Creo en ti, patria. Digo 
lo que he visto: relámpagos 
de rabia, amor en frío, y un cuchillo 
chillando, haciéndose pedazos 
de pan: aunque hoy hay sólo sombra, he visto
y he creído.
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Hombre

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, de noche a noche, no sé cuando
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
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Aire libre

Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
Hablar contigo como un camarada,
Mirar escaparates
Y, sobre todo, sonreír de lejos
A los árboles...

También me gustan los camiones grises
Y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
Echarme en tu regazo y despeinarte,
Tragar agua de mar como cerveza
Amarga, espumeante.

Todo lo que sea salir
De casa, estornudar de tarde en tarde,
Escupir contra el cielo de los tundras
Y las medallas de los similares,
Salir
De esta espaciosa y triste cárcel,
Aligerar los ríos y los soles,
Salir, salir al aire libre, al aire.
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En castellano

Aquí tenéis mi voz
Alzada contra el cielo de los dioses absurdos,
Mi voz apedreando las puertas de la muerte
Con cantos que son duras verdades como puños.

Él ha muerto hace tiempo, antes de ayer. Ya hiede.
Aquí tenéis mi voz zarpando hacia el futuro.
Adelantando el paso a través de las ruinas,
Hermosa como un viaje alrededor del mundo.

Mucho he sufrido: en este tiempo, todos
Hemos sufrido mucho.
Yo levanto una copa de alegría en las manos,
En pie contra el crepúsculo.

Borradlo. Labraremos la paz, la paz, la paz,
A fuerza de caricias, a puñetazos puros.
Aquí os dejo mi voz escrita en castellano.
España, no te olvides que hemos sufrido juntos.
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Ecce Homo

En calidad de huérfano nonato,
y en condición de eterno pordiosero,
aquí me tienes, Dios. Soy Blas de Otero,
que algunos llaman el mendigo ingrato.

Grima me da vivir, pasar el rato,
tanto valdría hacerme prisionero
de un sueño. Sí es que vivo porque muero,
¿a qué viene ser hombre o garabato?

Escucha cómo estoy, Dios de las ruinas.
Hecho un cristo, gritando en el vacío,
arrancando, con rabia, las espinas.

¡Piedad para este hombre abierto en frío!
¡Retira, oh Tú, tus manos asembrinas
-no sé quién eres tú, siendo Dios Mío!
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Cantar de amiga

A ti posible compañera
tendida
a mi lado bajo el cielo de Castilla
a ti
pequeño cantar de amigo
verso pimpante del Arcipreste
estas líneas esta palabra
arrancada
a la realidad único sueño
que amo y veo evidentemente
como a ti

Tantos años caminos
aventuras países
papeles enredados en los dedos
fusiles de pie
y siempre siempre
arañándome
eeeeeeeeeespaña
hay también vértigos labios
adheridos
razones para olvidar
olivares grietas
junto al Arlanza plazas
que tú conoces con el palacio al fondo.

Ahora después
es la vida
eeeeeeey si la nieve
resbala
ay amor si la nieve
resbala por el sendero
háblame
dame
la mano ríe mira brilla el sol.
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Cartilla (Poética)

La poesía tiene sus derechos.
Lo sé.
Soy el primero en sudar tinta
delante del papel.

La poesía crea las palabras.
Lo sé.
Esto es verdad y sigue siéndolo
diciéndola al revés.

La poesía exige ser sinceros.
Lo sé.
Le pido a Dios que me perdone
y a todo dios, excúsenme.

La poesía atañe a lo esencial
del ser.
No lo repitan tantas veces,
repito que lo sé.

Ahora viene el pero.

La poesía tiene sus deberes.
Igual que un colegial.
Entre yo y ella hay un contrato
social.

Ah las palabras más maravillosas,
«rosa», «poema», «mar»,
son m pura y otras letras:
o, a…

Si hay un alma sincera, que se guarde
(en el almario) su cantar.
¿Cantos de vida y esperanza,
serán?

Pero yo no he venido a ver el cielo,
te advierto. Lo esencial
es la existencia; la conciencia
de estar
en esta clase o en la otra.

Es un deber elemental.
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[Me llamarán, nos llamarán a todos]

Porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más…
SANCHO. (Quijote, 11, cap. 74.)

Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.

Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos
Y también
por ti.
(Aquí
no se salva ni dios. Lo asesinaron.)

Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquel que dice:
abel, abel, abel ... o yo, tú, él ...

Pero tú, Sancho Pueblo,
pronuncias anchas sílabas,
permanentes palabras que no lleva el viento...
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Con nosotros
(Glorieta de Bilbao.)

En este Café
se sentaba don Antonio Machado.
Silencioso

y misterioso, se incorporó al pueblo,
blandió la pluma, sacudió
la ceniza,
y se fue ...
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En la inmensa mayoría

Podrá faltarme el aire,
el agua,
el pan,
sé que me faltarán.

El aire, que no es de nadie.
El agua, que es del sediento.
El pan... Sé que me faltarán.

La fe, jamás.

Cuanto menos aire, más.
Cuanto más sediento, más.

Ni más ni menos. Más.